Un agente con conocimiento directo de los años de Guzmán como prófugo y un funcionario del gobierno estadounidense al que se había informado del caso, detallaron la inclinación de Guzmán a aprovechar la tecnología y a utilizar maniobras que lo pusieran siempre un paso adelante de la ley.
“El Chapo no escatimaba en gastos para protegerse”, dijo el agente. Parte del equipo de comunicaciones que utilizaba Guzmán no estaba disponible a clientes civiles.
Contraespionaje
La refinación de los equipos y el empeño de Guzmán impresionó profundamente a los investigadores que le seguían la pista. Entre otras prácticas, Guzmán empleó detectores de contraespionaje para descubrir transmisores ocultos en las habitaciones o que pudieran llevar personas con las que se reunía. “Los equipos eran de alto nivel”, aseguró el agente.
En el 2013, los agentes lograron interceptar mensajes de BlackBerry y otras comunicaciones. A principios de febrero, las autoridades catearon uno de los supuestos escondites de Guzmán en Culiacán, la capital de Sinaloa, donde Guzmán actuaba casi con total impunidad. En el interior, encontraron un celular que pertenecía al jefe de comunicaciones del Chapo, lo cual llevó hasta un mensajero de confianza, explicó el funcionario.
El mensajero describió después a las autoridades una serie de casas que Guzmán utilizaba como escondites. Cuando menos un arresto más dio una pista a quienes perseguían a Guzmán de que este podía encontrarse en la ciudad costera de Mazatlán, en el Pacífico.
Eslabón importante
La pista más importante provino de una escucha telefónica en Nogales, Arizona, EE. UU. Esa información dirigió a los marinos mexicanos al condominio exacto en el que Guzmán se ocultaba desde que había escapado a los soldados días antes —17 de febrero último— por túneles interconectados abajo de sus escondites en Culiacán.
“Viajaba a voluntad por México y tal vez por otros países. Tenía aviones privados. Tenían en vista la expansión de su imperio”, dijo el agente.