El expresidente ucraniano Leonid Kutchma, que representa a Kiev en esas negociaciones, dijo el viernes que confiaba en que las conversaciones tuvieran lugar este sábado y en que se consiguiera un nuevo alto el fuego.
Ucrania y los separatistas ya firmaron un acuerdo de paz en septiembre en Minsk, pero éste nunca llegó a respetarse. Los emisarios de las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk indicaron a agencias de prensa rusas que estaban “dispuestos” a viajar a Minsk este sábado.
Mientras, la situación en el terreno seguía empeorando y al menos 24 personas murieron entre el jueves y el viernes en combates y bombardeos en el este ucraniano.
El ejército ucraniano indicó este sábado que seguía enfrentándose a los rebeldes alrededor de la localidad de Vugleguirsk, cuya toma supondría un avance decisivo para los separatistas, ya que les permitiría rodear casi por completo la localidad estratégica de Debaltseve. Esta ciudad, que conecta las capitales regionales de Donetsk y Lugansk, es escenario de una lucha encarnizada desde hace unos días.
Según el jefe de la policía regional, Viatcheslav Abroskin, Debaltseve y Vugleguirsk no tienen “electricidad, agua, calefacción ni comunicaciones” y resulta imposible conocer el número en los combates.
– Esfuerzos diplomáticos –
En el frente diplomático, Ucrania recibirá el 5 de febrero al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que le dará a Kiev todo su “apoyo” en el conflicto, antes de viajar a Múnich para la conferencia sobre la seguridad donde debería reunirse con su homólogo ruso, Serguei Lavrov. Su último viaje a Ucrania tuvo lugar el 4 de marzo de 2014, poco después de la caída del régimen prorruso de Victor Yanukovich y antes de la anexión de Crimea por Rusia.
La Unión Europea (UE) aumentó, por su parte, su presión sobre Rusia esta semana, al prolongar seis meses las sanciones que adoptó en marzo contra una serie de personalidades prorrusas y rusas, que no podrán viajar a la UE y verán sus cuentas congeladas.
Rusia, a la que Occidente acusa de armar a la rebelión prorrusa y de haber enviado tropas al este de Ucrania, sigue negando su implicación en un conflicto que causó más de cinco mil muertos en nueve meses, y se presenta como un intermediario en las negociaciones.