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Por qué los huracanes como Irma se hacen mucho más fuertes sobre el agua que sobre la tierra

Cuando el huracán Harvey impactó sobre Texas hace 10 días, la mayoría de previsiones apuntaban a que se alejaría de la zona hasta desaparecer.

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Sin embargo, cobró fuerza tras volver al golfo de México y tocó tierra por segunda vez.

Esta trayectoria -que los expertos calificaron de “comportamiento errático”-, fue motivada por los sistemas de altas presiones que encontró en el camino y que dejaron a Harvey “estancado” en la zona. Pero su regreso al mar fue decisivo para recuperar la intensidad perdida.

En el caso de Irma, por ejemplo, sus vientos podrían perder fuerza si su ojo central pasara sobre los diferentes territorios del Caribe en los próximos días, antes de llegar más debilitado al sur de Florida en el fin de semana.

Por ahora, Irma continúa ganando intensidad y sus vientos alcanzaron ya los 295 kilómetros por hora. Se desplaza hacia el oeste y se aproxima a las Antillas Menores y Puerto Rico, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.

Irma se convirtió este martes en el huracán más fuerte jamás observado fuera del Caribe y el golfo de México.

El agua contribuye a que Irma y el resto de huracanes se fortalezcan, mientras que cuando alcanzan tierra se debilitan. (AFP/NOAA/RAMMB)

Pero ¿por qué los huracanes se hacen más fuertes cuando están sobre el agua que sobre tierra?

Autoalimentados de agua caliente

Su propio proceso de formación explica este hecho. Un huracán nace cuando agua de mar caliente se evapora y asciende hacia zonas altas de la atmósfera desde una superficie en las áreas tropicales.

El vapor de agua se condensa y da origen a nubes y lluvias, proceso en el cual se libera una gran cantidad de calor.

Mientras el fenómeno permanece sobre el agua caliente, se fortalece y crece. Tras varias horas o días, la tormenta se va intensificando hasta convertirse en huracán cuando los vientos de su entorno se organizar y empiezan a rotar a velocidades superiores a los 120 kilómetros por hora.

Cuando los huracanes se desplazan a tierra, en cambio, no existe suficiente evaporación para mantenerlos.

“Una vez que se mueven sobre agua fría o sobre la tierra y pierden el contacto con el agua caliente que los potencia, estas tormentas se debilitan y desaparecen“, indica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

Las tormentas tropicales se convierten en huracanes cuando los vientos superan los 120 kilómetros por hora. (MARK RALSTON/AFP/GETTY IMAGES)

Cambio climático

Debido a que la temperatura del agua que contribuye a su formación debe ser de al menos 27ºC, diversos investigadores relacionan la intensidad creciente de los huracanes años con los efectos del cambio climático.

Ya un estudio publicado por la revista Science en 2006, vinculaba el incremento de temperatura de los océanos con el incremento de huracanes de categoría 4 y 5.

“Las aguas del golfo de México están alrededor de 1,5ºC grados más calientes que entre 1980 y 2010”, dijo Brian Hoskins, del Instituto Grantham para el Cambio Climático, al programa Today de BBC Radio 4.

El agua caliente es, por lo tanto, considerada el combustible de las tormentas tropicales.

“Eso es muy significativo porque se traduce en que la posibilidad de una tormenta más fuerte está ahí y la contribución del calentamiento global a las aguas más cálidas del Golfo es casi inevitable“, dijo.

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