La biblioteca

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representándolos ante la autoridad jerárquica mayor, además de impulsar políticas locales para mejorar su calidad de vida, como programas económicos, de salud o deporte, y combatir la delincuencia, entre otras cosas.

Recientemente fui informado por la licenciada María Eugenia Gordillo, directora de la Biblioteca Nacional, así como de una serie de personas con problemas de visión que trabajan allí, de las actitudes antihigiénicas que generan ciertas personas alrededor del edificio que les afectan.

Esto fue ampliamente expuesto en Prensa Libre el día 6 de abril. El edificio es de gran valor, construido en 1948 por los arquitectos Rafael Pérez de León y Enrique Riera. Los murales internos son de Antonio Tejeda y las esculturas y exteriores de alto relieve son del escultor e ingeniero Efraín Recinos.

En la Ciudad de Guatemala, después del terremoto de 1976, en un radio de 2.5 kilómetros, de las 76 mil personas que se asentaron aquí, 48 mil lo hicieron alrededor del Centro Histórico, en 57 áreas informales.

Con el tiempo han ido creciendo, desalojando a sus antiguos habitantes. Como síntoma del deterioro socioeconómico en que se encuentra ahora, proliferan las tiendas y estanquillos en lugares que antes ocupaban almacenes pequeños y grandes, farmacias, cines y, sobre todo, viviendas. Ha sido peor la serie de casas abandonadas en un estado de deterioro, convirtiendo al Centro en otra zona creciente de la economía informal.

Esto ya había sido previsto, y en el plan El Centro y su Accesibilidad, que dirigí en 1981 como jefe de Renovación Urbana en la Municipalidad, y publicado en la revista Cultura, de la Universidad Landívar. Desde entonces solo se ha llevado a cabo parcialmente el plan de vías peatonales y tránsito, pero sin resolver los problemas socioeconómicos que elevaba los suburbios a policentros con oportunidades de trabajo

El Centro pertenece ahora a la informalidad, sin programas urbanos, como servicios, educación, economía, trabajo y estructuras residenciales integrales, pues muchos de los inmigrantes utilizan chozas en grave riesgo sísmico, en barrancos, para satisfacer sus necesidades de subsistencia creando grandes slums sin servicios. O utilizan algunas casas con módicos alquileres, como tiendas, hospedajes o parqueos, sin agua. Son casas de más de 70 años de antigüedad, fraccionadas por personas que duermen detrás de los estantes comerciales, lo que les permite mantener abierto el negocio y protegerse de la violencia.

ESCRITO POR:

Alfonso Yurrita Cuesta

Arquitecto con estudios de urbanismo en Land Reform Training Institute, Taiwán / Lincoln Institute of Land Policy, Inc., EE. UU. Director de la Unidad Planificación Urbana Municipalidad de Guatemala. Desarrolló el Plan Regulador de Antigua Guatemala.