Donald Trump, autor de una página increíble en la historia de EE. UU.

Cuando Donald Trump anunció su intención de disputar la presidencia, pocos imaginaban que el empresario de 70 años acabaría por escribir una página increíble en la historia del país.

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El magnate inmobiliario Donald Trump irrumpió como un huracán en la política, venció a sus adversarios republicanos y ahora está por jurar como presidente de los Estados Unidos de América. (Foto Prensa Libre: AFP)
El magnate inmobiliario Donald Trump irrumpió como un huracán en la política, venció a sus adversarios republicanos y ahora está por jurar como presidente de los Estados Unidos de América. (Foto Prensa Libre: AFP)

Impulsivo, excesivo y con un ego desbordante, Trump desafió todos los pronósticos y en la noche del 8 de noviembre de 2016 sorprendió al mundo convirtiéndose en el sucesor del presidente Barack Obama en la Casa Blanca.

Con discursos corrosivos muchas veces apoyados en la cólera, las frustraciones y las inseguridades de los estadounidenses, el magnate republicano terminó siendo la voz del cambio para millones de ciudadanos.

En su marcha imparable hacia la Casa Blanca, el multimillonario ha hecho estallar al Partido Republicano, fundado hace un siglo y medio y que sin embargo en la elección presidencial se mostró incapaz de comprender a sus electores y responder a sus necesidades.

Antes de lanzar su campaña, el empresario era sobre todo conocido por su inmensa fortuna, por sus hoteles de lujo, sus campos de golf y los casinos que llevan su nombre, así como por sus divorcios de escándalo y por ser el animador estrella del programa de telerrealidad “El Aprendiz”.

Pero en la campaña Trump mostró un formidable olfato político: demolió sin piedad en los debates a dirigentes experimentados del partido y se convirtió en el héroe de los trabajadores blancos de clase media baja y baja.

El lema de Trump no podía ser más simple. “Devolver a Estados Unidos su grandeza”.

En otro gesto sin precedentes, decidió no aceptar dinero de donaciones a su campaña y afirma haber financiado su marcha hacia la Casa Blanca exclusivamente de su bolsillo, en una decisión que marcó una enorme diferencia con el resto de sus adversarios.

Polémicas sin fin

Avanzó rompiendo todos los moldes. Denunció un sistema político “manipulado”, acusó a funcionarios de “corruptos” y arremetió contra los medios que, en su opinión, “envenenan el espíritu de los estadounidenses”.

Sin pausa, insultó a mujeres, musulmanes y latinos, y provocó el rechazo de los electores negros.

Ofreció soluciones simples a problemas complejos: para detener la inmigración clandestina propone construir un muro en la frontera mexicana, pagado por México.

Habló de expulsar a los 11 millones de indocumentados que viven en el país, en su mayoría latinoamericanos. Y prometió devolver empleos a Estados Unidos renegociando acuerdos comerciales internacionales.

Para prevenir ataques, defendió la prohibición de entrada al país de inmigrantes provenientes de naciones con “una historia probada de terrorismo”, luego de haber dicho que rechazaría a todos los musulmanes.
La simplicidad de su oratoria encontró un instrumento perfecto en los 140 caracteres de la red Twitter, y así transformó su página personal en esa red social en una poderosa máquina política capaz de alterar la marcha de la bolsa de valores con apenas un corto mensaje.

Y no le faltaron problemas. En medio de la campaña se convirtió en el centro de un sensacional escándalo a raíz de comentarios sexistas grabados sin su conocimiento varios años antes.

Diversas mujeres salieron a la luz acusándolo de manoseos no autorizados o insistencia en propuestas sexuales, pero Trump simplemente borró el problema de un plumazo tachándolas de mentirosas.

Días después de vencer en las elecciones presidenciales, Trump se vio envuelto en una espectacular y amarga polémica, después que organismos de inteligencia estadounidense afirmaron que tuvo la “ayuda” de Rusia para derrotar a Hillary Clinton.

Trump niega que la elección haya sido decidida porque Rusia pirateó correos electrónicos de Clinton, y sostiene que “sólo los estúpidos” se oponen a una mejora de las relaciones entre Washington y Moscú.

Más allá de la tirantez de las relaciones con los órganos de inteligencia, Trump montó un gabinete de marcado corte conservador, y nombró como asesor especial a Steve Bannon, señalado como el abanderado de la ultraderecha racista en la campaña.

  • En su faceta de actor Trump figuró en algunos programas y películas

Convicciones variables

Al margen de su perfil político, su vida privada está llena de lujos. Su esposa Melania, una exmodelo eslovena de 46 años, dedica su tiempo a criar lejos de los focos y la atención pública a Barron, el hijo de ambos que ahora tiene 10 años.

Sus hijos mayores, Ivanka, Donald Jr, Eric y Tiffany, son sus principales pilares. Todos se han involucrado al máximo en la campaña de su padre, a quien han defendido sin descanso.

Nacido en Nueva York, es el cuarto de cinco hijos de un promotor inmobiliario neoyorquino. En su juventud fue enviado a una escuela militar para intentar calmar su temperamento volcánico.

Tras estudiar negocios, se unió a la empresa familiar. Su padre lo ayudó con lo que Trump denominó “un pequeño préstamo de un millón de dólares”.
Tomó el control del negocio familiar en 1971 e impuso su sello. Si su padre construía apartamentos para la clase media, él prefirió las torres de lujo, los hoteles-casinos y los campos de golf, desde Manhattan hasta Bombay.

Dos semanas antes de asumir el poder, Trump convocó a una conferencia de prensa en Nueva York para anunciar el traspaso de su participación en el imperio empresarial a sus hijos Eric y Donald, para evitar conflictos de interés.

Polémico

Algunos de sus logros como empresario son más bien controvertidos. Si hubiese dejado su herencia en un banco, hoy sería más rico. Forbes estima que su patrimonio es de unos 4.000 millones de dólares, pero la cifra es pura especulación, ya que Trump no pone sus cartas sobre la mesa.

En cambio, sí cuenta grandilocuentemente que logró ahorrarse el pago de una gran cantidad de impuestos. Y eso sí es típico de él: hace y dice cosas que se supone que están mal. Se burla de los discapacitados, denigra a los migrantes, habla mal de las mujeres…
Cualquiera de sus afirmaciones en boca de otro político hubiese sido un traspié difícil de reparar. ¿Para Trump? Ningún problema. “Yo podría matar de un disparo a alguien en plena calle e igual no perdería ni un votante”, dijo alguna vez.

Su biógrafo, Michael D’Antonio, comentó que nunca se había topado con alguien “tan persistentemente arrogante” como Trump, quien, según él, habla todo el tiempo de tres cosas: su buen aspecto, su inteligencia y su éxito. Así lo describió D’Antonio en el canal alemán ZDF.

En su vida privada tuvo llegada a muchas mujeres, y se calzó esos “éxitos” en la perchera como si fueran motivo de orgullo. Sus supuestas aventuras amorosas saltaban repetidamente a los titulares. Algunos eran verdaderos, otros no. Una vez llegó a fingir que era su propio encargado de relaciones públicas y, presentándose como un tal Miller, dio una entrevista en la radio.

Sus líos amorosos y demás historias le dieron bastante cabida mediática. En algún momento, el propio Trump le confirmó al “New York Post” que había tenido un romance con quien después sería la primera dama de Francia, Carla Bruni. Poco después, Bruni salió a decir que el neoyorquino debía haber perdido su sano juicio, y entonces Trump respondió diciendo que efectivamente no había pasado nada.

La estrategia mediática fue similar durante la campaña. Trump es el primero en llamar a las radios y a los programas matutinos al levantarse. A veces hasta tuitea en medio de la noche y ya ha dicho que seguirá usando el Twitter como presidente, a pesar de las críticas que esto le ha generado.

  • Extracto de un capítulo del programa de telerrealidad “El Aprendiz”