Internacional

El río Rímac de Lima agoniza por la contaminación y el cambio climático

El río Rimac, principal proveedor de agua de Lima, Perú, está enfermo por la contaminación y el cambio climático. Un problema para la segunda capital más desértica del mundo por detrás de El Cairo, donde un tercio de la población sólo tiene agua unas horas al día o ni siquiera tiene.

El grado de contaminación del río Rimac es evidente. (Foto Prensa Libre: AFP).

El grado de contaminación del río Rimac es evidente. (Foto Prensa Libre: AFP).

El Rímac -hablador, en quechua- nace en los Andes centrales a más de cinco mil metros de altitud y, en su recorrido de 150 kilómetros rumbo al océano Pacífico, atraviesa fértiles valles agrícolas y actividades mineras para entrar ya enfermo en la ciudad.

En todo el camino es bombardeado diariamente por mil 185 focos contaminantes de diverso tipo.

Según la estatal Autoridad Nacional del Agua (ANA) , en su cuenca alta el río recibe relaves mineros y aguas ácidas de industrias minero-metalúrgicas; en su cuenca media la contaminación viene de la actividad agrícola, avalanchas por lluvias, materia orgánica, metales y polución microbiológica; mientras que en su cuenca baja, básicamente urbana, el río recibe desag es, desperdicios, residuos sólidos y químicos de las industrias.

En su cuenca alta el río recibe relaves mineros y aguas ácidas de industrias minero-metalúrgicas; en su cuenca media la contaminación viene de la actividad agrícola, avalanchas por lluvias, materia orgánica, metales y polución microbiológica; mientras que en su cuenca baja, básicamente urbana, el río recibe desag es, desperdicios, residuos sólidos y químicos de las industrias.


“El río está enfermo, es muy preocupante porque cada vez se deteriora más la calidad del agua. La contaminación ha sido agresiva y progresiva en los últimos años”, explica Yolanda Andía, gerente de producción del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal) , encargada del abastecimiento de agua para Lima Metropolitana y el Callao -provincia vecina-, con una población de más de nueve millones de habitantes.

Debido a que la suciedad es más creciente desde el 2005, Sedapal incrementó sus puntos de supervisión de ocho a 32, hasta la llegada del agua al centro de producción de agua potable en la Atarjea, en el distrito limeño de El Agustino.

Según Andía, cada 15 días se realiza un mapeo de las aguas desde la naciente, incluyendo las lagunas que la abastecen.

De acuerdo a la ANA, descontaminar el Rímac tomaría 10 años y una inversión de mil millones de dólares, un plan elaborado con apoyo de Corea del Sur, y que contempla construir reservorios, plantas de tratamiento de aguas y hasta programas de reforestación, además de la eliminación de los vertederos de desperdicios, que son los principales contaminadores.

Cambio climático, otro enemigo

Con el cambio climático aparecieron nuevos contaminantes: unas algas que se alimentan del CO2  (dióxido de carbono) que hallan en las excretas que arrojan al río lo que las fortalece y reproduce, precisó.

“Sedapal las está combatiendo con insumos químicos que antes no se usaban, para que el agua llegue en buenas condiciones sanitarias a la población”, aseguró Andía, una práctica que les permite cumplir con estándares internacionales.

Antes de ser potable, el agua del Rímac pasa por dos bocatomas con rejillas para retener materiales sólidos, luego por 24 desarenadores, por unos embalses para eliminar el 99.99% de contaminación bacteriana y luego va a dos pozas de almacenamiento con capacidad para abastecer a Lima por 15 horas en caso de alta contaminación o de aludes de piedras y lodo que caen al río y retrasan el proceso.

Recientemente, las lluvias de temporada sumadas a las que trae el fenómeno de El Niño han ocasionado desbordes en el Rímac.

En la etapa final, el agua pasa a una planta de decantación, luego a otra de cloración para descartar las últimas bacterias, después a un reservorio y de ahí a las tuberías que conducen el agua potable a la población.

Unos seis millones de habitantes de Lima reciben agua las 24 horas; 2.5 millones, solo tienen agua en sus cañerías unas horas al día y otros 370 mil personas se abastecen de pilones o grandes tanques, muchos de ellos lejos de sus viviendas.

700 mil sin agua

En Lima hay 700 mil personas que no cuentan con agua potable, y que viven en el cinturón pobre de la periferia de la ciudad.


Este sector debe recurrir a los camiones cisterna, pagando seis veces más por el agua que un hogar conectado a la red de Sedapal, según la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento.

“El problema es la falta de un catastro que nos informe de la población sin servicio de agua, dónde está ubicada, cuál es su crecimiento en la periferia de Lima”, dijo el consultor hídrico Leopoldo Monzón.

Ante la falta de conexiones, el distrito limeño de Surco aún utiliza canales prehispánicos de más de dos mil años que trasladan agua del río Rímac.

El 90% de sus parques y jardines son regados por esos conductos de piedras, lo que contribuye a la salud ambiental y conservación del ecosistema.

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