Internacional

Enamorada de un yihadista, joven rusa se arriesga a ir a la cárcel

En medio de policías con chalecos antibalas, una joven de 20 años, cara de muñeca y pelo negro trenzado, aprieta en sus manos unas notas manuscritas.

Varvara Karaulova, la joven rusa de 20 años que está enamorada de un yihadista. (Foto Prensa Libre: AFP).

Varvara Karaulova, la joven rusa de 20 años que está enamorada de un yihadista. (Foto Prensa Libre: AFP).

Estudiante de filosofía en la prestigiosa universidad pública de Moscú  (MGU), Varvara Karaulova comparece desde hace una semana ante un tribunal militar por haber intentado, hace un año, viajar a Siria para reunirse con su novio, integrante del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Detenida en Turquía, justo cuando se preparaba a traspasar la frontera siria, la joven se arriesga a hasta cinco años de prisión por haber intentado unirse a una “organización considerada como terrorista por las leyes rusas”.

“No me uní a ninguna (organización), no soy una terrorista y nunca quise convertirme en una”, declaró Karaulova en el comienzo de su juicio, el 5 de octubre, según la agencia de prensa rusa Interfax.

Mientras que los juicios contra aspirantes a yihadistas se multiplican en Rusia, e incluso algunos concluyen con penas severas, el caso de Karaulova es una excepción: la mayoría de los detenidos es de origen caucásico, mientras que ella nació y creció en Moscú.

Para su abogado, el Sergue Badamchine, su juicio está destinado a servir como ejemplo y desincentivar que chicas jóvenes y enamoradas de yihadistas, como Varvara, viajen a Siria.

“Evidentemente, es el simulacro de un juicio”, denunció su abogado. “Tomaron como víctima a una persona que no tiene nada que ver con actividades terroristas”. “¿Por qué ella? No lo sé”, agrega.

Alumna modélica

Varvara Karaulova, que tomó el nombre de Alexandra Ivanovna para evitar el hostigamiento de la prensa rusa, creció en el seno de una familia de clase media, en un barrio residencial conocido como el Chelsea de Moscú.


Muy buena alumna, frecuenta la MGU y durante sus años de universidad comienza a interesarse por el Islam y decide usar el velo.

Discreta, pasa desapercibida hasta su desaparición, el 27 de mayo del 2015. Su padre vuelve a saber de ella cuando la detienen junto a otras mujeres en Kilis, Turquía, un punto de pasaje obligado para todo aquel que quiere cruzar a Siria.

Repatriada a Rusia, al principio fue liberada porque los investigadores aseguraban que no había cometido ningún delito, pero seis meses más tarde fue nuevamente detenida y encarcelada en la prisión Lefortovo.

Durante su juicio, que debería finalizar en dos semanas, Varvara habla poco pero siempre con una voz clara.

Lee sus anotaciones y hojea a veces el Código Penal, sentada en una jaula vidriada de la sala de audiencias como es habitual en Rusia. Se niega a responder a las preguntas sobre sus convicciones religiosas.

Pero ya no usa el velo, se pinta los ojos y se pone vestidos de colores.

Varvara Karaulova nunca se encontró con el hombre que deseaba ver en Siria.


En internet se hace llamar Vlad, Adam o incluso Artur Sokolov. Según los investigadores, se trata de Airat Samatov, un combatiente del EI.

Durante varios meses la joven mantuvo conversaciones en línea con este hombre, se enamoró y aceptó su propuesta de casamiento.

“Nadie sabía lo que pasaba. Ni ella, ni sus padres, ni sus amigos”, resalta el abogado Badamchin, que evoca una persona cerrada y reservada. “Se trataba de su primer amor”, asegura.

La defensa presentó testimonios, entre los cuales varios de mujeres que fueron detenidas al mismo tiempo que la estudiante en Kilis y luego liberadas por las autoridades desde que llegaron a Rusia.

Una de ellas, Regina Velimetova, se acuerda de cuando Varvara estaba a punto de cruzar la frontera. “Lloraba y extrañaba a los padres”, declara por videoconferencia.

“Había conocido a un hombre que vivía en Siria y que le propuso casarse. Se había enamorado”, agrega, mientras se acomoda el hiyab.

Las mujeres como Varvara “buscan todas casarse como indica la sharia”, la ley islámica, explica Regina, quien también dice haber ido para buscar la felicidad conyugal”.

“Ello no significa que vamos allá para participar en actos militares y hacernos explotar”, asegura. “Nuestro objetivo es simplemente vivir allá donde la ley islámica es respetada”, apostilla.

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