Internacional

La paz es incierta en México pese a caída de otro gran capo

El gobierno de México propinó un tiro de gracia al sanguinario cártel Los Caballeros Templarios con la ansiada detención de su último líder, Servando Gómez "La Tuta", pero no puede cantar victoria ante los grupos armados que inevitablemente surgen tras la captura de capos, opinan expertos.

La Policía Federal conduce al capo "La Tuta". (Foto Prensa Libre: AP)

La Policía Federal conduce al capo "La Tuta". (Foto Prensa Libre: AP)

“Estamos teniendo importantes aprehensiones (…) de los delincuentes más buscados”, se congratuló el viernes el presidente Enrique Peña Nieto al celebrar la detención esa madrugada de “La Tuta” , cuya organización aterrorizó por años el estado de Michoacán (oeste) con extorsiones, secuestros y asesinatos.

Las autoridades ya tenían otros trofeos en la bolsa, como la captura de Joaquín el Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa (oeste) y entonces el capo más poderoso del mundo, así como la de Miguel Ángel Treviño alias “Z-40” , que encabezaba a Los Zetas, principalmente en el este del país.

Y Peña Nieto acogió la detención con bombos y platillos en momentos en que su gobierno enfrenta un fuerte cuestionamiento en la esfera nacional e internacional por el trágico caso de los 43 estudiantes desaparecidos y presuntamente masacrados en septiembre de 2014 en Guerrero (sur) .

El arresto de “La Tuta” -un excéntrico exmaestro de 49 años que burló a las autoridades durante meses escabulléndose en las montañas michoacanas- es como un “tiro de gracia” a los hoy debilitados Templarios, pero tiene “un valor más simbólico que real” , dijo Jaime Rivera, investigador de la Universidad Michoacana.

Las caídas de grandes capos pueden convertirse en una oportunidad para que se pase “de un verdadero imperio criminal con penetración en el gobierno a una diseminación de grupos de delincuencia” , advierte el experto.

Los secuestros, los robos y las extorsiones son a menudo un negocio más fácil que el tráfico de drogas para estos pequeños grupos.

“No hay que bajar la guardia” , advirtió Fausto Vallejo, el exgobernador de Michoacán, al asegurar que muchos de los criminales que se quedaron sin trabajo por el desplome de los Templarios “son gentes más peligrosas que el señor Servando” .

En Tamaulipas, el descabezamiento por parte del gobierno de Los Zetas y el cártel del Golfo no ha frenado la violencia, que se ha recrudecido las últimas semanas con un fuerte incremento de enfrentamientos y asesinatos.

Entre exmilicias y Los Viagras

En el caso de Michoacán, “el problema ahora es la proliferación de grupos delincuentes y armados” por la “debilidad de las instituciones y la dificultad para desmovilizar a las autodefensas” , estima el exagente de inteligencia Alejandro Hope.

Estas milicias de pobladores se alzaron en armas a inicios de 2013 por su hartazgo ante crímenes que perpetraban los Templarios bajo la protección de autoridades locales.

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