Durante una de las sesiones, el concejal Antonio Azevedo Xaviera dejó caer una botella de whisky del saco de su traje. El legislador declaró sin ruborizarse: “Todos los legisladores aquí bebemos. Yo mismo tomo entre cinco a seis dosis diarias por recomendación de mi cardiólogo”, reseñó la prensa.
Desde que se implementó la medida a finales del 2015, el número de riñas disminuyó en la asamblea municipal de Pianco, a unos 400 km de Joao Pessoala, capital del estado de Paraiba.
La compra de los alcohotest para realizar la prueba fue aprobada por la población local que había bautizado al legislativo local como la “perrera” debido a las disputas que “parecían combates de perros”, según los diarios.
“Si no hubiese tomado esa medida, la asamblea debía haber cerrado”, señaló el presidente de la institución.