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¿Qué llevó a una adolescente inglesa a matar junto a su novio a su madre y a su hermana pequeña?

Hasta ahora no se conocían ni sus nombres ni el aspecto que tenían, pero este viernes un juez en Reino Unido dictaminó que se podía hacer pública la identidad de Kim Edwards y su novio Lucas Markham.

En noviembre pasado ambos fueron condenados a pasar 20 años en prisión por el asesinato de la madre y la hermana de Edwards, ocurrido en abril del 2016 en la localidad de Spalding, en el este de Inglaterra.

Los asesinatos de Elizabeth Edwards y su hija Katie fueron tan chocantes por su escalofriante brutalidad como por la frialdad de su ejecución.

Y la edad de los asesinos hace el caso verdaderamente excepcional. Tenían 14 años cuando cometieron el crimen.
Edwards, de 49 años, fue arrinconada contra su cama y apuñalada por Lucas Markham ocho veces, dos de ellas en el cuello, mientras su sangre salpicaba las paredes.

Su joven asesino la atacó a propósito en la garganta para dañar su laringe y así asegurarse de que la hija de la mujer no se despertara con los gritos. Luego mató a la niña de 13 años.

Durante el juicio en el que resultaron hallados culpables, el tribunal oyó cómo los asesinos se bañaron para lavarse la sangre antes de acurrucarse para ver la película de vampiros Twilight.

El juez, también, describió los hechos como “excepcionales, en el sentido de ser poco habituales, posiblemente únicos, en tiempos recientes, dada la juventud de ambos acusados”.

Una relación tóxica

En defensa de la chica -que no participó físicamente en los crímenes-, el psiquiatra Indranil Chakrabarti dijo que creía que ella sufría un desorden de ajuste en el momento de los asesinatos y que, como resultado, era incapaz de formar un razonamiento racional e incapaz de autocontrolarse.

Pero el testigo experto Philip Joseph, psiquiatra forense, no estuvo de acuerdo con este diagnóstico.

Dijo que si la chica sufría un desorden, “es obvio que no tienen nada que ver con los asesinatos”.

Para Joseph, la clave de los mismos era la relación entre los jóvenes.

“Si no hubieran tenido ese relación intensa, tóxica, esto no hubiera pasado nunca. Es la relación la que está tras los asesinatos”, afirmó el experto.

“Cuando tienes a dos personas juntas, así, la dinámica de grupo puede llevar a un camino de acción que de otra forma no hubiera tenido lugar”, explicó.

Joseph también le dijo al tribunal que se trataba de un escenario típico de “nosotros contra el resto”.

Y el tribunal escuchó que la chica conoció por primera vez al chico en 2013, pero no se convirtieron en pareja hasta mayo del 2015.

Tras los asesinatos, la chica le dijo al doctor Joseph que gracias a esa relación, ella era “feliz por primera vez”, y que ambos tenían mucho en común.

“Fue mi primer novio serio. Empezamos a tener relaciones sexuales. Era la primera vez para ambos”, dijo en las entrevistas.

“Me sentí muy cercana a él, lo más cercana que nunca había estado de nadie”.

“Al resto él no le gustaba, porque era molesto. Hasta que llegó, nadie nunca me había escuchado”, aseguró.

El tribunal escuchó que las cosas fueron bien entre ambos durante los primeros meses, pero entre noviembre y marzo de 2016 cada vez discutían más.

Un familiar de la chica los había descrito con anterioridad como “una bomba del tiempo esperando a explotar”.

Una bomba del tiempo que, según los fiscales, “explotó en abril” de 2016.

“Fríos, calculados y desalmados”

A pesar de las crecientes fisuras que había en la relación, pasaron días y días juntos antes de los asesinatos, revisando una y otra vez su plan antes de ejecutarlo con un efecto brutal.

Tras el horripilante ataque contra Edwards el chico -quien admitió haber cometido los asesinatos al principio del juicio- entró en la habitación de Katie.

Con el mismo cuchillo utilizado para matar a la madre, la apuñaló en el cuello antes de asfixiarla con una almohada mientras su novia esperaba en el baño.

El cuerpo de Katie estaba cubierto como una sábana porque la chica dijo que “no le gustaba el olor de la sangre”.

Luego se bañaron, bajaron las escaleras y se sentaron a ver la película. La chica comió helado y pastelitos.

Fueron detalles pavorosos como estos los que llevaron a los fiscales a describir los asesinados como “fríos, calculados y desalmados”.

¿Pero, cómo puede una relación de menos de un año entre dos adolescentes terminar en asesinato?

Rompiendo el tabú

“El comportamiento de grupo difiere del comportamiento individual de varias formas”, dice el profesor Francis Pakes, psicólogo criminal de la Universidad de Portsmouth.

“Un factor puede ser que la responsabilidad por las acciones del grupo no está necesariamente clara cuando hay más de un individuo participando en el comportamiento criminal”, explica.

“Otro factor es el de las normas y valores cambiantes”, agrega Pakes.

“Si hay una relación intensa entre dos o más individuos impresionables, las nociones de lo que es normal y lo que es correcto mutan más fácilmente: hay una posibilidad mayor de que los grupos pequeños desarrollen ideas más extremas”, le dice a la BBC.

Según Pakes, “puede pasar que la gente deje de pensar en las normas y valores normales, o puede ser que sus valores no cambien pero ellos encuentren más fácil justificar el comportamiento que tienen bajo la influencia de otra persona”.

En algunos casos, dijo, hablar simplemente de la muerte y el asesinato podría “elevar la relación”.

Y, como explica el experto, la fascinación mórbida con el lado oscuro de la vida puede ser también un rasgo en algunos adolescentes.

Pakes destaca, sin embargo, que todo esto pocas veces se transforma en acciones mortales.

“Estamos hablando de temas muy secretos, prohibidos y tabú, así que es concebible que la misma conversación refuerce la relación”, explica.

“Pero para mucha gente, todo se queda en pensar sobre el crimen. Muchos tienen un freno interno de emergencia, pero la impresión en este caso es que este freno nunca se aplicó”.

Aunque los adolescentes eran pareja, los detalles del caso no coinciden con los de otros casos de alto perfil de parejas asesinas, como Fred y Rosemary West, quienes actuaron en Reino Unido entre 1967 y 1987.

“Cuando piensas en estos casos, la explicación suele ser una muy genérica, según la cual la mujer está bajo la influencia del hombre, que es percibido como instigador”, explica el profesor Pakes.

“Pero hay un punto en que la gente es única y significa que no siempre puedes reducir su comportamiento a un típico caso de X, o a un típico caso de Y”.

“Hay veces en que simplemente tienes que aceptar estos actos en sus propios términos”, concluye el especialista.

Los miembros del jurado solo tardaron dos horas y media en llegar a su veredicto, declarando culpable a la chica. El joven, por su parte, ya se había declarado culpable al principio del juicio.

Ambos fueron condenados a pasar 20 años en prisión, aunque luego su sentencia se redujo a 17 años y medio.

*Esta nota se publicó originalmente en octubre de 2016 y ha sido actualizada con la noticia de la revelación de la identidad de los jóvenes asesinos.

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