Internacional

Referendo decidirá porvenir de Tsipras como primer ministro griego

El referendo de este domingo en Grecia definirá el porvenir de Alexis Tsipras como primer ministro, pues ha vinculado indirectamente su permanencia en el Gobierno al respaldo popular a su campaña del "no".

Sea cual sea el resultado de esta consulta, el calvario de la inestabilidad económica y política que padecen los ciudadanos griegos desde hace seis años continuará, al menos de momento.

Lo que no se cuestiona en absoluto en este referendo desde la óptica de Atenas es la permanencia de Grecia en la eurozona, pero hasta ahora el Gobierno ha tenido poco éxito en hacer llegar este mensaje a una población que, bajo el peso del corralito, padece miedo existencial.

En caso de imponerse finalmente el “no” que pide el Gobierno, es decir, el rechazo a la propuesta de los acreedores -que ni siquiera está ya sobre la mesa-, lo que en realidad se plantea es qué acuerdo es el que se acabará firmando, y sobre todo cuándo abrirán los bancos.

En una entrevista anoche a la televisión privada griega, Tsipras sostuvo que gane el “sí” o gane el “no”, el martes habrá un compromiso con los acreedores y ese compromiso permitirá reabrir los bancos.

Si efectivamente ganase el “no” -las encuestas dan una ligera ventaja al “sí”- es poco probable que Tsipras entre en un nuevo pulso prolongado con los acreedores, sino posiblemente buscaría lograr una firma bajo la última propuesta que formuló el martes recién pasado a las instituciones (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional), en la que ya había cedido posiciones.

Solo en el caso improbable de un “no” abrumador, el Gobierno podría tener un mandato más potente para intentar arrancar alguna concesión más, pero con los bancos cerrados nada apunta a que ese pueda ser el caso.

Tsipras ha asegurado que el corralito impuesto el pasado lunes terminará en cuanto se llegue a un acuerdo, pues los bancos, dice, no tienen problemas de solvencia sino únicamente de liquidez, fruto de la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de cortar los préstamos de emergencia.

La agencia de calificación Fitch no comparte este optimismo y no solo ve posible que los controles de capital todavía duren algún tiempo, sino que no excluye la liquidación de algún que otro banco.

Una victoria del “sí” podría acelerar la reapertura de los bancos, pero no evitará la inestabilidad política que se derivará de la derrota de Tsipras.

Los escenarios que se plantean son varios: por un lado está la posibilidad de que Tsipras ceda el cargo de primer ministro a alguien de su equipo dispuesto a seguir adelante y encargado de sellar el acuerdo y de llevarlo al Parlamento para su aprobación.

Otra opción sería que el Gobierno dimitiera al completo y no se opusiera a la formación de un Ejecutivo de “salvación nacional”, “amplio consenso”, “tecnócrata” o cualquiera que sea la definición que se le otorgue, que sería el encargado de legislar el compromiso.

En ambos casos, el problema estará en convencer a los diputados de la actual coalición, Syriza y Griegos Independientes, de no entorpecer este proceso, tarea que no parece fácil por mucho que se lo pida Tsipras.

Paradójicamente, lo que podría acabar ocurriendo en este escenario es que el acuerdo que vaya a sellar finalmente cualquiera que sea el Gobierno, podría ser nada menos que el propuesto por Tsipras mismo el pasado martes pero sin él al frente.

La tercera opción es la formación de un Gobierno cuyo cometido exclusivo sería la preparación de unas elecciones generales, que se celebrarían como muy pronto tres semanas después de convocarse.

Este escenario se presenta casi como el más problemático, pues si bien es posible que Syriza podría fracturarse y sufrir un fuerte descalabro, la oposición no ha tenido tiempo para regenerarse desde los comicios de enero, y, por el contrario, ha seguido cayendo en picado en las encuestas.

De cara a poder asegurarse los 50 votos de “regalo” que obtiene la fuerza más votada, conservadores, socialdemócratas y centristas podrían fusionarse ante elecciones, una jugada, no obstante, de resultados inciertos.

Para los griegos, en cualquier caso, el peso de la responsabilidad que se les ha encomendado este domingo es gigantesca, pues la opción que se les plantea es elegir entre la peste y el cólera.

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