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Náufrago salvadoreño pudo explicar su historia gracias a “Dora la Exploradora”

El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga pudo explicar su viaje, confirmado ahora por un estudio norteamericano, a las primeras personas que encontró en las Islas Marshall gracias a algunas palabras de español aprendidas por los isleños con la serie de dibujos "Dora la Exploradora".

MAJURO.- Alvarenga llegó al atolón Ebon al sur de las remotas Islas Marshall hace dos semanas, 13 meses después de zarpar de México en una lancha de pesca de 7 metros de eslora en material de fibra de vidrio, cuyos motores se averiaron y se quedaron sin hélices.

El náufrago, que llegó al arch ipiélago vistiendo apenas un calzoncillo hecho jirones, y con el cabello y la barba muy crecidos, aseveró que había sobrevivido alimentándose de aves y tortugas que cazaba con la mano, bebiendo agua de lluvia, su propia orina y la sangre de los quelonios.

Sin embargo, hasta el momento se desconocía casi todo de sus primeros encuentros con los habitantes de Ebon.

Alvarenga “consiguió arrastrar su embarcación a nado” hacia la orilla de una isla del atolón la noche del 29 de enero, explicó la alcaldesa de Ebon, Ione de Brum.

El náufrago, cansado, se durmió en la arena, donde el canto de los gallos le despertó al alba.

En la isla vecina a la que desembarcó el náufrago, separada por un brazo de mar de pocos metros, sus dos únicos habitantes, Amy Libokmeto y Russell Laijedrik, vieron a un hombre que gritaba en una lengua incomprensible y agitaba los brazos con un cuchillo en la mano.

“No teníamos miedo, pero estábamos sorprendidos”, indicó Libokmeto. “Fuimos hacia él. Yo le decía algunas palabras en inglés señalando el cuchillo y diciéndolo ‘déjalo, déjalo'”, añadió.

Alvarenga, con el pelo largo y hambriento, dejó inmediatamente el cuchillo y “se desmoronó en la playa”, apuntó la habitante.

Los dos isleños le prepararon panqueques, mientras el hombre escribía en un papel algunas palabras. Laijedrik tomó el escrito y se dirigió a la isla principal del atolón para alertar de la presencia del náufrago.

La alcaldesa del atolón reunió un pequeño grupo formado por el responsable sanitario, el jefe de la policía y la única extranjera residente en Ebon, una estudiante noruega de antropología, y se dirigieron con algunas provisiones de cocos y bananas al encuentro de Alvarenga.

El hijo de la alcaldesa conocía algunas palabras de español, que aprendió “viendo con sus hijos los dibujos animados de ‘Dora la Exploradora’ en televisión”, explicó De Brum. Con estas nociones y los dibujos trazados por el náufrago, el grupo comprendió finalmente su historia.

El salvadoreño permaneció cinco días en Ebon antes de que una patrulla marítima lo trasladara a la capital de las Islas Marshall, desde donde voló días después a El Salvador, vía Hawái.

 

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