Revista D

“La creatividad está en todos”

Una vida dedicada a la investigación y la enseñanza de la música  en Guatemala.

Batres es autora de la serie de libros ¡Viva la música! (Foto Prensa Libre Edwin Bercián)

Batres es autora de la serie de libros ¡Viva la música! (Foto Prensa Libre Edwin Bercián)

Sin duda, el ritmo corre por las venas de Ethel Marina Batres Moreno (1963) investigadora y educadora musical, quien se presenta con sencillez como una maestra que ha dedicado su vida a la enseñanza de esta materia en todos los niveles educativos.
Es la autora de la serie de textos escolares ¡Viva la música!, que se emplea desde el nivel preprimario hasta el básico, en escuelas y colegios del país, así como de muchos otros materiales educativos.

Su vocación ha estado marcada desde la niñez, la cual transcurrió en un ambiente con un padre que interpretaba la guitarra y una madre que cantaba. Con el tiempo, se enfocó en el desarrollo de una metodología amigable y lúdica con la cual los niños desarrollaran su creatividad musical, factor clave para potenciar la inteligencia en múltiples áreas del aprendizaje.

Batres se mueve con facilidad entre los conceptos pedagógicos, para luego entonar canciones infantiles, que complementa con una serie de anécdotas que ilustran su larga trayectoria dedicada a la enseñanza del mundo sonoro de miles de estudiantes de Guatemala.

¿Cómo se inició en el campo de la música?

Mi mamá era maestra y a los cuatro años me empezó a llevar a la escuela porque no tenía con quien dejarme en la casa. Aprendí a leer a esa edad, no porque fuera más inteligente. Mi padre interpretaba la guitarra y mi madre cantaba. Durante las noches me contaban cuentos, por lo que desde niña aprendí a cantar, recitar y bailar. Crecí en ese ambiente.

Me inicié en la enseñanza a los 12 años, cuando me involucré en las actividades de la iglesia, donde me encargaron los juegos, las manualidades y la refacción de los niños, en tanto que la encargada daba la clase de Biblia. Así que toda la semana pasaba soñando los juegos con los niños. Los chicos preferían estar conmigo que aprender la historia bíblica.

Eso definió su vocación de maestra.

Sí, estudié tres carreras de magisterio en forma simultánea: Párvulos en la Escuela Normal Alfredo Carrillo Ramírez; Primaria en el Instituto Normal Centro América y Educación Musical en la Escuela Jesús María Alvarado, las tres en la capital. A los 17 años grabé mi primer casete en el cual experimenté historias combinadas con música, como una herramienta didáctica.

También trabajé en la revista Chiquirín, lo cual me fue útil porque aprendí a redactar los juegos en los libros. Fue un proceso. Empecé con bocetos en hojas de papel donde diseñaba el entretenimiento. Mis compañeros me solicitaban las hojas para fotocopiarlas. En cierta ocasión un gran amigo, que no le gustaba trabajar, me pidió que reuniera todas las páginas. Las coloqué en un fólder para llevárselas, pero lo dejé olvidado en el colegio. A la semana siguiente una compañera me dijo: aquí está tu libro.
Me sorprendí. Me contó que su papá tenía una imprenta. Así empezó la historia.

¿Cuál es su tema de investigación para su tesis doctoral?

Se titula El desarrollo de la creatividad por medio de la utilería sonora de Joaquín Orellana.

En ella se propone experimentar que los niños sean compositores, para lo cual diseñé un material musical que los induce a crear con instrumentos no tradicionales. Para lograrlo conversé con el maestro Joaquín Orellana y se fabricaron los instrumentos sonoros que él interpreta, pero en pequeño. Fue un taller experimental donde los niños llegaron a mi casa durante ocho meses, tiempo durante el cual compusieron varias melodías.

¿Esto demostró que los niños tienen capacidad para componer música?

Sustenta que la creatividad está en todos. Muchas veces la didáctica frena la inventiva. A veces el propio sistema educativo. Hay metodologías que son activas, pero no creativas.

Entonces, ¿puede cultivarse?

Se fomenta y se estimula en la medida que la persona crece en un ambiente de confianza y felicidad.
Es complicado, debido a que en un momento de profunda tristeza pueden surgir elementos creativos. Pero en un niño es mejor propiciar la felicidad.

Los niños se inhiben de expresarse por temor al profesor o los compañeros. Si de entrada tienen miedo, se sienten agredidos o intimidados, no pueden hacer nada. Por eso apelo al retorno de lo humano en la relación alumno-docente.

¿De qué depende una adecuada formación musical?

De la instrucción y vocación del docente. Hay muchos que son buenos músicos, aman y conocen técnicas para su enseñanza. El siglo XX fue el siglo de oro de la didáctica y la pedagogía musical. Florecieron los métodos hasta el nivel conocido como pedagogías musicales abiertas.

¿En qué consiste?

Parte de la forma tradicional en que los pueblos aprenden. Lo ejemplifico con la siguiente experiencia: Fuimos a Lívingston con mi hija a aprender a tocar tambor. La maestra, doña Blanca Francoise, nos pidió primero ponernos una falda y bailar al ritmo de este instrumento durante una hora. Después nos dio los tambores y dijo: “si quieren tocar, primero tienen que aprender a bailar”.

De pronto recordé las enseñanzas de Emile Dalcroze, el gran renovador suizo de la pedagogía musical, quien pedía a las niñas que antes de iniciar el solfeo caminaran sin zapatos para sentir el ritmo con los pies.

¡La señora Francoise lo sabía sin haber ido al Conservatorio de Ginebra!

Entonces, la pedagogía abierta explica que la música es un fenómeno global, que permite tomar un tambor después de haberlo vivido por medio del baile.

¿Qué implicaciones tuvo disolver las escuelas normales de educación musical?

La olla explotó con el traslado del magisterio a nivel universitario. En bachillerato se dejó un pénsum de 22 cursos y solo seis de formación musical. En el nivel universitario, se transformó en un profesorado en expresión artística cuyo plan de estudios no satisface a maestros ni estudiantes.

De 30 cursos, solo hay cuatro artísticos, cuatro de pedagogía y 22 cursos generales. Incluso retrocedieron a la didáctica del canto. Entonces, si el bachillerato es una camisa de fuerza, el profesorado amarra el cincho de esa camisa. El problema es que los educadores musicales actuales se morirán. No hay en Guatemala un lugar donde se formen nuevas generaciones.

De hecho la música es una herramienta para desarrollar otras áreas del aprendizaje.

El primer sentido que se desarrolla en el vientre materno es el oído, a partir del 5to. mes de embarazo. Por eso al nacer se va adelantado en el mundo auditivo.

Si al bebé se le canta cuando está en el vientre se potencia su desarrollo auditivo. Más adelante, sucede lo mismo con la inteligencia en otras áreas como la lingüística, el aprendizaje de la lectoescritura, la matemática, y lo social, que nos lleva al reconocimiento de la identidad.

Su proyecto más reciente es una investigación sobre la canción infantil en Guatemala.

Recopilé unas 2 mil 500 canciones para niños escritas por compositores nacionales y pregunté a un amigo del Ministerio de Educación si era viable editar un cancionero y un disco para las escuelas. Me contrataron y agregué otras mil en idiomas mayas.

Al final se seleccionaron 100 canciones con su respectiva partitura. Se contrató como arreglistas a Paulo Alvarado, Léster Godínez, Roberto Vidal, Gamaliel Mayén y Nery Cano.

Se entregó el máster del CD y el arte final. En el 2015 se debió repartir en forma gratuita en las escuelas, pero no se logró el financiamiento. Tengo la esperanza que pueda concretarse en el 2016.

Perfil

Cursa un doctorado en Investigación Social, en la Universidad Panamericana. Maestría en Literatura Hispanoamericana, Universidad Rafael Landívar (2001). Licenciada en Letras, Universidad del Valle de Guatemala, (1990).

Presidenta del Foro Latinoamericano de Educación Musical (Fladem) períodos 2008-2010 y 2011-2013. Orden Francisco Marroquín, Ministerio de Educación (2012).

Autora de 31 CD's para niños, 18 libros y 25 en co-autoría. Ha publicado en revistas nacionales y extranjeras.

Consultora en el área de Educación artística y musical en los Ministerios de Educación y de Cultura.

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