Guatemala

Ocho Piedras

El 21 de junio recién pasado, durante el solsticio de verano, el sol naciente surgió en la esquina superior izquierda del templo E-1 de Uaxactún, una ciudad más bien pequeña oculta en la selva petenera, pero que representa uno de los centros astronómicos más antiguos de la cultura maya, donde además se desarrollaron la arquitectura y la cerámica de manera precisa y magnífica.

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Esa fue la primera ciudad donde se efectuaron investigaciones arqueológicas. Fue descubierta en 1913, y los estudios se efectuaron entre las décadas de 1920 y 1940, incluso antes que la enorme Tikal, que se encuentra a 24 kilómetros.

Uaxactún está a 180 metros sobre el nivel del mar. Su nombre significa ocho piedras. Fue bautizada por su descubridor, Sylvanus Morley, aunque algunas versiones señalan que su nombre antiguo fue Siaan Ka’an (Nacida del cielo).

El sitio estuvo ocupado desde el Preclásico hasta el Clásico Tardío, es decir, del 300 a. C. al 1200 d. C. “Tenemos la certeza desde el 300 a. C., pero hemos encontrado ejemplos de cerámica más temprana”, explica Ernesto Arredondo, codirector del Proyecto Sahi-Uaxactún del Instituto Eslovaco de Arqueología e Historia. Alcanzó su máximo esplendor entre el 500 y el 900 d. C. La inscripción más temprana data del 328 d. C., en la estela 9, y la última, del 899 d. C., en la estela 12, época en que termina la fase constructiva del sitio.

La desocupación de la ciudad duró siglos, y Arredondo asegura que “después del 800 d. C. aún había bastantes pobladores”.

notables observaciones

El sitio está dividido en ocho grupos arquitectónicos dispersos sobre cinco elevaciones naturales, rodeados de múltiples conjuntos residenciales. “Algo notable es que los principales edificios están orientados hacia los puntos cardinales”, explica Arredondo.

Cada grupo tiene templos, edificios, acrópolis, palacios y pirámides. Además, hay un patio de juego de pelota y un complejo de conmemoración astronómica para la observación de solsticios y equinoccios.

“Ese observatorio es el primero que fue descubierto de la civilización maya y uno de los pocos que sí coincide para la observación de esos fenómenos”, asegura Arredondo. Los solsticios de verano —21 de junio— e invierno —21 de diciembre—, así como los equinoccios —21 de marzo y 23 de septiembre—, guiaron la construcción del complejo E y sus edificios.

Fue el primer lugar con espacio abierto para llevar a cabo rituales públicos asociados al control del tiempo y el calendario, así como otro tipo de ceremonias religiosas. Ese observatorio está orientado hacia el norte astronómico, siendo el único con orientación de 90 grados. Por otro lado, también era utilizado para observar la constelación de Orión y, según los académicos, esa disposición simbolizaba el poder.

La cerámica de Uaxactún es muy importante, pues “es la base para la cronología de toda el área maya”, afirma Arredondo. Está compuesta, en su mayoría, por tipos del Preclásico Tardío. El Clásico Temprano está representado por la fase cerámica Tzakol, la cual representó cambios de suma importancia con el surgimiento de nuevos grupos cerámicos, sobresaliendo entre ellos los grupos Águila, Balanza, Dos Arroyos, Pucte, Triunfo y Quintal, nombre clave que ayudan al estudio arqueológico.

poder en la región

Al igual que en todas las tierras bajas, la influencia de Teotihuacán —poderosa metrópoli situada en las cercanías de la actual Ciudad de México— afectó el poderío de Uaxactún.

Fue tan importante la llegada de los teotihuacanos al lugar que por ello las estelas 4 y 5 hacen referencia a la victoria de Tikal y mencionan al gobernante Siyah K’ak (Rana Humeante) como el protagonista que conquistó y lideró el sitio, luego de un cambio dinástico en Tikal.

El gobernante estableció su residencia en Uaxactún, y la ciudad pasó a formar parte de los aliados a Tikal. “Ambos quedan asociados después de la entrada de los teotihuacanos, pues Tikal toma preponderancia porque se encuentra en el parteaguas de las vertientes de la región del Caribe y el Golfo de México”, explica Arredondo.

En el 402 d. C. muere Siyah K’ak, y es inhumado en la estructura A-V (entierro 29), con lo que se establece una tradición de entierros dinásticos en esa construcción —en fotografía—.

Al finalizar la dinastía de Tikal, que duró aproximadamente 175 años, cinco gobernantes han sido claramente identificados en algunos monumentos del sitio. La secuencia dinástica continuó con Bat Mah K’ina y los demás designados respectivamente como A-22, A-20 y A-23, de los cuales aún no se han encontrado nombres. “Estamos seguros de que hubo una reina importante en el Clásico Temprano y que está enterrada en el edificio A-10. Aparentemente es la iniciadora de un linaje muy importante para Uaxactún”, explica Arredondo.

REGIÓN POBLADA

En la actualidad hay una comunidad asentada cerca de Uaxactún. Está compuesta de un grupo mestizo originario de Petén y de México, que ha sido capacitado con talleres para promover el turismo.

Entre las principales actividades del lugar se cuenta la extracción de productos del bosque, incluida madera, xate, chicle, pimienta, mimbre y bayal. Los recursos generados por los visitantes y las artesanías complementan los ingresos de los habitantes y son garantía de protección.

Arredondo lo ve positivamente: “Al generar ingresos, los mismos pobladores son los guardianes de esta magnífica ciudad y toda la magia que contiene”.

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