Guatemala

“Sueño con una niñez con futuro”

"Soy madre de 700 niños", afirma entre risas Myrella Saadeh, directora del Programa de Atención, Movilización e Incidencia por la Niñez y Adolescencia (Pami), organización sin fines de lucro con 30 años de existencia y cuya dirección asumió en el 2003.

La activista social cuenta que su padre era un médico nacido en Honduras, de ascendencia árabe, y su madre tenía ascendencia judía.

La activista social cuenta que su padre era un médico nacido en Honduras, de ascendencia árabe, y su madre tenía ascendencia judía.

Su principal motivo para ayudar a la niñez es que la suya fue muy feliz, por lo que anhela que la vida de niños y niñas del país sea mejor.

La activista social asegura que los gobiernos deben trabajar programas con enfoque de derechos, y “no solo caritativos”.

¿Qué es Pami?

Pami es un espacio donde convergemos y compartimos una misma visión en relación con la niñez. Creemos que en esta organización tenemos la posibilidad de pensar, crear y recrear juntos, construir una sociedad con enfoque de derechos para la niñez y adolescencia de nuestro país. Son los niños los que nos marcan el horizonte de hacia dónde queremos ir.

¿Cómo se involucró en Pami?

Me involucré por la invitación de un docente, el doctor Guillermo Monroy, quien fue mi maestro en la maestría de Psicología Preventiva y Comunitaria que curse en la Universidad Rafael Landívar. Después de un tiempo de trabajar en Pami, se retiró la directora y me pidieron que asumiera interinamente la dirección, y llevo 11 años en el puesto.

¿Cuáles son los grandes objetivos de Pami?

Los grandes objetivos que tenemos tienen que ver con potenciar la participación protagónica de niños y niñas; tienen que ver con construir ciudadanía.

Contribuimos al cumplimiento de los derechos de la niñez, y en ese sentido hemos priorizado tres aspectos. El primero es de garantizar la educación con calidad de la niñez con riesgo, fortalecer a los garantes de la protección de los derechos de la niñez y fortalecer los espacios de protección para esta población.

Tienen un establecimiento educativo en Panajachel, Sololá.

Se llama Centro de Desarrollo Integral Semilla. En este se garantiza la escuela primaria para niños y niñas trabajadoras en sobreedad escolar. Tenemos programas de becas gracias a colaboraciones de personas que donan hasta Q1 mil 500 anuales.

Mantener la escuela es caro, y necesitamos de un mínimo de Q1 millón al año.

En Semilla también funciona una escuela para padres y madres, donde se tratan temas de crianza. Tenemos programas de salud nutricional e incluso salud mental. En otros municipios de Sololá tenemos programas de fortalecimiento de la Procuraduría de Derechos Humanos y programas de juntas municipales de protección a la niñez y adolescencia.

Pami tiene ya 30 años de existencia. ¿Qué se ha logrado y que no?

En materia de niñez, faltan muchas cosas, pero hemos logrado tener generaciones de chicos y chicas que conocen sus derechos y que ponen en práctica su ciudadanía, jóvenes que son útiles a la sociedad, que han logrado estudiar, que aportan al país, no solo en materia de trabajo sino en cuanto al enfoque de derechos humanos y en materia de participación. Vemos a jóvenes integrados a consejos de desarrollo comunitario, consejos municipales a municipalidades.

¿Cómo garantizan la transparencia en las finanzas de sus proyectos?

Tenemos un sistema de control interno que pasa por muchas manos, desde la persona que solicita los fondos y coordinadores que lo aprueban, hasta administradores que emiten los cheques y el subdirector y la dirección que refrendamos las compras. Hacemos revisiones mensuales para verificar que todos los gastos sean de acuerdo con la planificado, y tenemos auditorías con donantes e institucionales externas en las que cambiamos de auditor cada tres años.

¿Qué cree que funciona de los programas asistencialistas del Gobierno?

No entraré a evaluarlos, pero son programas con un enfoque de necesidad y caridad, y no un enfoque de derechos. Yo pensaría que el Gobierno, en su calidad de garante de los derechos de la niñez debería preocuparse por temas fundamentales como la educación, pues no es secreto que en los últimos años la cobertura ha disminuido, y eso tiene implicaciones muy serias, pues tiene que ver con el aumento de la pobreza.

¿Cuáles son los principales desafíos de la niñez guatemalteca?

Son muchos, pero yo pensaría que para la niñez, vivir es en sí un reto, debido a tema de la mortalidad infantil, y nos damos cuenta de que no fuimos capaces de alcanzar como país las Metas del Milenio.

Además se deben cumplir los derechos mínimos, como lo son la educación y la salud. Es triste que lo único que hacemos es satanizar a la niñez trabajadora, cuando esta aporta el 20 por ciento del producto interno bruto, sin poder reclamar su 5 por ciento para salud y educación.

La violencia intrafamiliar es otro factor que golpea, literalmente, a la niñez.

Este es un mal terrible para nuestra sociedad. Mucha de la violencia se gesta en el hogar. Cuando el esposo llega ebrio o drogado a golpear a la esposa y a los hijos se genera una cadena de violencia. Después, los niños practican o sufren acoso escolar, y se hace una cadena que los vuelve más violentos.

¿Cuál es su sueño?

Quiero ver una niñez feliz. Niños y niñas que jueguen en las calles, que crezcan con oportunidades y que sean objeto de derechos. Sueño con una niñez con futuro.

¿Cómo se debería afrontar la desnutrición infantil?

Hay muchos programas, pero no tienen enfoque de derechos. Dar comida en un primer momento no es la solución, se tiene que paliar la pobreza. Se debe buscar el desarrollo, pero no el de carreteras, porque el verdadero desarrollo no llega por el asfalto, sino por la educación.

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