Guatemala

Transformando las comunidades

Los niños son la prioridad en el programa de Christian Children, que ha buscado padrinos para más de 36 mil menores

Cuando María Adela Estrada se quedó viuda, producto del conflicto armado interno, veía un futuro incierto para sus cuatro hijos; los dos primeros fallecieron. Diez años después, gracias a la ayuda de ?padrinos?, sus otros dos hijos se graduaron; uno de perito contador y la otra de maestra.

Quizás ni se conocen, sólo a través de fotografías, pero eso no ha sido impedimento para que los ?ahijados? reciban de sus padrinos la ayuda constante y desinteresada.

Los padrinos residen en diferentes partes del mundo. Su contribución permite que miles de niños, como los de María Adela, reciban educación, asistencia médica y odontológica, además de ser el instrumento a través del cual la vida en su comunidad se ve transformada.

Con un poco de ayuda

Christian Children?s Fund -Fondo Cristiano para los Niños, CCF, por sus siglas en inglés- inició su trabajo en Guatemala en 1972.

En esa época atendía a 500 niños; actualmente, a 32 mil, además de 160 mil personas por medio de 80 proyectos comunitarios.

El principal sistema de financiamiento es el patrocinio individual de los niños a través de padrinos, quienes se comprometen económicamente a apoyar al menor.

?Nuestro principio es ayudar a nuestro vecino sin importar su raza, credo, nacionalidad o sexo, explica Rolando Torres Casanova, presidente de la fundación.

A través de los niños

La CCF tiene como foco central el desarrollo integral del niño, y esto involucra también a su familia, continúa Torres Casanova.

Para asegurar el desarrollo, tanto el niño como su comunidad tienen la oportunidad de participar en programas integrales de nutrición, alimentación complementaria y salud.

La comunidad que solicita el apoyo debe conocer sus propias necesidades y debilidades, las cuales tienen que exponer ante la organización.

Luego, debe estar dispuesta a pasar un período de diagnóstico. Durante ese tiempo, que va de 4 a 6 meses, se verifican las necesidades inmediatas de los menores.

Los pequeños son siempre nuestra prioridad, agregó Torres.

Finalizado el diagnóstico, la fundación se compromete por 10 años a brindarles apoyo en todo proyecto que les beneficie.

Organización, la clave

Cuando se inicia el proyecto, lo principal es que la comunidad se organice.

En asamblea general, los mismos miembros de la comunidad eligen a una junta directiva para un período de dos años.

La junta coordina los programas de alimentación, educación y pequeñas empresas.

Un ejemplo es la asociación de padres de familia Xilotepeq, en el municipio de San Martín Jilotepéquez, Chimaltenango, quienes después de dos períodos de trabajo han logrado construir una escuela, dos clínicas -una odontológica y la otra de medicina general- además de dar refacción escolar a los 172 niños que asisten a la escuela.

?Este año hemos atendido a 7 mil 553 personas, entre adultos y niños?, explicó Reyes Patal Yos, voluntario de la fundación.

El éxito de nuestro apoyo está en que la comunidad comprenda que su mayor fortaleza está en la organización comunitaria, indicó Francisco Batres Vidaurre, director de Programas de la CCF.

Estimulación temprana

Aunque el compromiso de la fundación inicia cuando el niño empieza la primaria, la CCF desarrolló un programa de estimulación temprana llamado Madres Guías.

En éste, las madres reciben instrucciones para practicar ejercicios que desarrollen los reflejos de sus pequeños. ?He aprendido a moverle sus manitas, a hablarle y cantarle, porque sé que esto le va ayudar en la escuela cuando crezca?, relató Josefina Estrada, una de las 53 madres inscritas en el programa.

?Yo aprendí que no debo pegarle a los niños, sino que hay otra forma de educarlos?, puntualizó.

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