Comunitario

“Inseguridad es problema para el desarrollo”

La seguridad ciudadana va íntimamente ligada al desarrollo humano, involucra a muchos actores sociales y debe ser un tema que trascienda gobiernos y supere agendas electoreras, afirmó Heraldo Muñoz, subsecretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y director regional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo para América Latina y el Caribe, quien visitó la Redacción de Prensa Libre.

Los periodistas  Gustavo Montenegro,  editor dominical, y Claudia Palma, reportera del área de  Seguridad y Justicia, conversan con Heraldo Muñoz, subsecretario general de la ONU y director regional del PNUD.

Los periodistas Gustavo Montenegro, editor dominical, y Claudia Palma, reportera del área de Seguridad y Justicia, conversan con Heraldo Muñoz, subsecretario general de la ONU y director regional del PNUD.

El chileno presentó ayer al Gobierno el Informe de Desarrollo Humano 2013-2014: Seguridad Ciudadana con Rostro Humano, y expuso en el programa Diálogo Libre, que se transmite través de www.prensalibre.com.

El fracaso de los planes de “mano dura” en el continente, así como la necesidad de integración regional para afrontar la violencia, figuran entre sus planteamientos.

¿Es el desarrollo una condición para la seguridad ciudadana o es la seguridad ciudadana una condición para el desarrollo?

Al final, la seguridad ciudadana es un problema para el desarrollo, porque en definitiva las respuestas o las soluciones se relacionan con oportunidades para los jóvenes; con un desarrollo que permita a las comunidades locales poder tener más control sobre su propio futuro, con la posibilidad de tener sistemas de justicia y penitenciarios que permitan la reinserción y la rehabilitación de los reos.

El error es considerar a la inseguridad ciudadana como un problema que solo compete a las fuerzas policiales; va mucho más allá.

Usted afirmó en la presentación del informe que las políticas de “mano dura” han fracasado en América Latina. ¿Por qué?

La experiencia demuestra que las políticas de mano dura han fracasado porque visualizan la solución de los problemas del crimen y de la violencia solamente con el endurecimiento de las penas, con la rebaja de la edad para la persecución penal y con sacar tropas a las calles. Eso, al final de cuentas, no funciona.

Pensemos hipotéticamente en una política de mano dura que captura a muchos delincuentes y los mete en la cárcel, pero después ¿qué? Nos encontramos con una sobrepoblación en las cárceles y eso significa que los individuos que ahí están tienen una interacción que hace que las personas que por primera vez delinquen salgan como un criminal avezado. Si no hay rehabilitación, al final volverán a delinquir con mayor violencia y expertise.

¿Qué elementos son determinantes para resolver el problema?

Los problemas de la inseguridad no tienen una respuesta mágica. Se requiere trabajar con jóvenes, de mayor educación y empleo. Es necesario trabajar con las comunidades, reformar y capacitar mejor a la Policía y al sistema judicial.

Hay un conjunto de medidas que configuran una política pública en materia de seguridad ciudadana, y es hacer mal favor el pensar que la mano dura va a resolver un problema que toda América Latina enfrenta.

¿Cómo ven las medidas del actual gobierno respecto de las recomendaciones del informe del PNUD?

Me parece que el Gobierno de Guatemala ha tomado una serie de medidas que son bastante congruentes con las 10 recomendaciones que hemos dado para mejorar las políticas públicas en materia de seguridad ciudadana.

¿Como cuáles?

Como la creación de un viceministerio de prevención, lo cual vemos muy importante. También vemos la creación de una subsecretaría de tecnología, lo que es importante porque la Policía requiere de mejores mecanismos tecnológicos para establecer en dónde ocurre el crimen. También la creación de los tribunales que ven los temas de femicidio, lo cual saludamos porque ve la violencia más oculta e invisible, la violencia de género.

¿Cómo percibió la reacción del Gobierno?

Creo que fue buena. Yo he estado en política y sé que las críticas no siempre son lo más esperado.

La percepción de la violencia es un factor clave en el combate. ¿Cómo se trata este tema en el informe?

Es un tema importante porque la percepción, al final, crea realidades. Lo concreto de la región es que la gente siente temor y las encuestas que hicimos en 18 países resulta que hay entre 45 y 65 por ciento de personas, dependiendo el país, que nos confesaron que han dejado de salir por la noche debido al temor que sienten de ser asaltadas.

La inseguridad es el tema principal de los latinoamericanos, mucho más que el empleo y la situación económica. Esto crea paradojas, tanto los medios de comunicación como los relatos de las personas que hacen que, por ejemplo, en un país como Chile, que tiene la tasa más baja en homicidios de toda América Latina, las personas se sientan más inseguras que la gente de Honduras, que tiene la tasa más alta de homicidios, no solo de América, sino del mundo.

Hay que prestarle debida atención porque es esa percepción la que llega a los gobiernos, y estos muchas veces, con esa presión, le apuestan a la mano dura o bien se genera menos confianza en las instituciones de seguridad y justicia.

Tal desconfianza también lleva a mucha gente a tomar justicia con mano propia. ¿Cuáles son las implicaciones que tiene esta tendencia?

Es una tendencia muy peligrosa porque tomar la justicia con mano propia puede terminar en una solución peor que el remedio. Ya ha habido casos donde se crean comités de autodefensa que al neutralizar la amenaza de los criminales se transforman ellos mismos en fuentes de presión, de arbitrariedad y de crimen. Además, cuando la gente decide hacer justicia por mano propia es juez y parte, y como no hay proceso ni Estado de Derecho ni mecanismos de defensa, algunas veces paga el inocente por el culpable.

¿Cómo cuantificar las pérdidas que representa la violencia a escala continental?

No solo hay costos individuales: me refiero a que las personas tienden a cambiar de hábitos. Algunos se cambian de residencia, unos dejan de salir de noche, se limitan los niveles de compra; hay costos económicos muy concretos para algunos países que, por ejemplo, dependen del turismo, pero debido a la alta criminalidad esta actividad deja de percibir ingresos. Sucede mucho en islas del Caribe que dependen del turismo. Nosotros hicimos un estudio en seis países y calculamos las pérdidas por la violencia, y van desde el 3 por ciento del producto interno bruto (PIB) en los casos de Uruguay y Costa Rica, hasta el 10.5 por ciento del PIB en Honduras. Esto son cientos de millones de dólares.

En Honduras son US$1 mil 600 millones; en Chile, hasta US$7 mil 200 millones anuales. Son recursos que evidentemente se podrían ir a educación, salud, vivienda, pero que se pierden por acciones de criminalidad o su combate. En el caso de Centroamérica, el Banco Mundial (BM) estimó que una reducción del 10 por ciento en los homicidios significaría alrededor de un punto del PIB, en el caso de Honduras, y cerca de 1.10 para Guatemala y El Salvador. Por ello la estrategia debe ser integral y que supere las agendas políticas. Los partidos deben hacer un pacto de seguridad, y los países también deben trazar estrategias internacionales.

Política debe trascender gobiernos

“Es necesaria una política de Estado en materia de seguridad ciudadana  que no esté sujeta a los vaivenes de los períodos electorales:   un acuerdo nacional que involucre al Gobierno, a la sociedad civil, a los partidos de oposición, a las universidades, sector privado, de modo que todos estén detrás de esta política concordada que pueda tener medidas de corto, mediano y largo alcance. Algunas de estas medidas  tienen que tener continuidad en el tiempo y no tienen que quedarse en un solo gobierno. Si una administración desecha lo que hizo la otra, evidentemente será perjudicial, pero si hay acuerdos  podrá haber un esfuerzo sostenido y eficiente para atacar el problema. El tema no debería ser  de disputa electoral, donde la política contingente,   más de área chica —en términos de futbol—,  impida mirar a largo plazo. Al final de cuentas el beneficio será para la gente”, sostiene Muñoz.

Desbalance de efectivos

La desproporción entre el número de guardias privados de seguridad, que  en Guatemala ronda   los cien mil, en comparación con los 30 mil  de   la  PNC, es una paradoja alarmante que, a criterio del subsecretario general de las Naciones Unidas, Heraldo Muñoz, agudiza la  desigualdad y la crisis de inseguridad.  

“Es un desbalance preocupante que no solo ocurre en Guatemala, donde es muy patente. Los guardias privados  de América Latina son los más armados de todo el mundo, y muchas de estas empresas   están vinculadas con exmilitares y a expolicías”, declaró.

“Esto, además,  tiende a agudizar la desigualdad que existe en América Latina, porque las  personas que pueden contratar estos servicios privados son las situadas en   las clases medias y altas; entonces ellos se pueden proteger, pero el pobre no,  y eso marca aún más la desigualdad ya existente y  crea una situación peligrosa. Además,  hace que la propia policía no tenga todos los recursos”, expuso Muñoz, quien recomienda mayor participación ciudadana y comunitaria sin restarle importancia al papel del Estado.

Dictaduras no resolvieron

Respecto del papel que tuvieron las dictaduras del siglo XX en América Latina, Heraldo Muñoz, subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aseguró que  contribuyeron a agudizar los problemas de violencia.  “Fueron parte del problema, porque desaparecieron gente, asesinaron gente, torturaron y lo hicieron evidentemente al margen de todo sistema legal y de derecho”, dijo.

“Cuando se dice vamos a sacar tropas a la calle, vamos a impulsar mano dura, yo me pregunto  qué más mano dura que esas dictaduras que lo controlaban todo y que no pudieron resolver el tema de la delincuencia. Es más, contribuyeron a los problemas de la violencia.  Lo que  hicieron,  mediante la censura,  fue evitar que los medios de comunicación pudieran reportar que había asaltos e inseguridad. Pero eso pone en evidencia que  los que tuvieron todo el poder no fueron capaces de lidiar solos con estos problemas, lo que demuestra que el problema de inseguridad sí tiene remedio, pero no tiene una solución mágica, tiene que ser una política integral que incluya medidas de prevención e inversión en desarrollo y educación”.

TRAYECTORIA

Heraldo Benjamín Muñoz, subsecretario general de la ONU, es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Denver, Colorado.

Nació en Santiago de Chile en 1948. 

En 1973 fue supervisor nacional de almacenes del pueblo, en el gobierno de Salvador Allende.

Fue miembro del comité central y secretario de Relaciones Internacionales del Partido Socialista de Chile entre los años  1983 y 1986.

Entre 1990 y 1994 fue embajador representante permanente de Chile en la Organización de los Estados Americanos.  

En el 2002 fue designado ministro secretario general del  gobierno de Ricardo Lagos. 

En el 2003 fue embajador político de Chile ante la ONU.

En el 2010 fue nombrado subsecretario general de la ONU.