Por las aulas de “Ciudad de la Esperanza” pasaron ya un millar de niños y jóvenes y algunos han cambiado el reciclaje de basura “en condiciones infrahumanas” por un título universitario de Turismo, Psicología, Ciencias Agrícolas, Administración de Empresas e incluso por ser ciclista profesional, afirmó en una entrevista con la agencia EFE el sacerdote.
“Hay historias con final feliz, los niños tienen que ver que es posible un modo distinto de vida”, dijo.
Su proyecto, “Comunidad Esperanza”, conocido también con el nombre de “Ciudad de la Esperanza”, consiguió crear “referentes positivos” para ayudar a los jóvenes de las barrios marginales de Cobán a no caer en las redes de las pandillas o del narcotráfico.
“Les ayudamos a soñar que pueden tener un futuro distinto, que pueden lograr ser profesionales o universitarios si se esfuerzan y se lanzan a conquistar sus sueños”, declaró el sacerdote.
Pero el aspecto educativo no es el único. Además de contar con los módulos en los que actualmente estudian 415 niños y jóvenes en riesgo de exclusión, “Ciudad de la Esperanza” está integrada por una biblioteca y una casa-hogar para niños abandonados, que fueron víctimas de abusos o de violencia familiar.
También dispone de un comedor infantil para paliar los altos índices de desnutrición en el que se ofrecen tres comidas al día a casi medio millar de personas, un huerto para generar parte de los recursos alimenticios necesarios y, la última incorporación, un dispensario médico de atención primaria con clínica dental.