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Manolo Gallardo: “Cada uno ve lo que quiere”

Con la seguridad que lo caracteriza, producto de su preparación y trayectoria, el maestro Manolo Gallardo ha dado de qué hablar en los últimos meses por la controversia que causó en un grupo de mujeres su escultura No al femicidio, que había sido colocada en el Teatro Nacional.

Vista de la escultura No al  femicidio (2012), en  el lapso que se colocó en el Teatro Nacional.

Vista de la escultura No al femicidio (2012), en el lapso que se colocó en el Teatro Nacional.

En esta entrevista, Gallardo habla acerca de sus inicios, su motivación para hacer obras polémicas, su trayectoria y el conflicto con su nueva creación.

¿Cómo comenzó en el arte?

Me interesé en la pintura desde que estaba en primero primaria. En una ocasión, el maestro hizo un dibujo en el pizarrón, yo se lo borré y lo hice de nuevo. Luego comencé a participar en concursos de dibujo y siempre ganaba. A mi papá no le gustaba, porque me decía que mejor estudiara y no perdiera el tiempo haciendo dibujitos. Por eso estudié dos años medicina.

Luego viajó a España

Sí, de Cultura Hispánica me consiguieron una beca luego de mi primera exposición, en 1957. Cuando llegué a Europa no existía tal beca, así que mi papá, como pudo, me mandó algo para sobrevivir; el segundo año me gané la beca por mis méritos. Estudié en la Academia de Bellas Artes, la Academia Artium, la Academia Peña de Madrid y la Academia de San Carlos de Valencia, España.

¿Cuándo se empezó a interesar por el desnudo?

Estudié en la escuela tradicional de España y lo primero que se aprende es el desnudo, así que me gusto desde el inicio.

¿Por qué la mujer siempre está en su obra?

Soy muy sensible a ella. Para mí siempre ha sido un ramillete de flores en el que está mi madre, mi esposa, mi novia, mi amante, mi hija, mi nieta.

Su obra se ha caracterizado por ser polémica ¿Qué opina de ello?

Yo no soy polémico, las personas son las polémicas. Cada uno ve lo que quiere.

¿Cuál fue su primer cuadro en ser criticado?

La última cena donde está la Locha, Tasso, Ricardo Mata y Luz Méndez de la Vega, entre otros. Esa pieza la hice en 1976. Luego, fue un cristo desnudo que expuse en uno de los primeros festivales de arte en Antigua Guatemala. En esa ocasión, la dirección de Bellas Artes me apoyó. La crítica fue muy dura.

¿Cómo reaccionó ante esa crítica?

Al principio me asusté porque no me lo esperaba, pero luego me di cuenta de que era publicidad para mi obra. Ese fue uno de los principales jalones que tuve para darme a conocer. Y eso me motiva de vez en cuando a pintar piezas que generen polémica.

¿Qué lo motivó hacer su escultura No al feminicidio?

Hace algún tiempo estaba con alguien y me dijo que por qué no hacía una mujer desnuda crucificada. Siempre me ha caído como bomba que me digan qué hacer, pero en esta ocasión me hizo clic.

Al tiempo empecé a trabajarla, pero me dije no la voy hacer crucificada porque me van matar. Además no me inspiraba, pero sí una mujer torturada. Tuve contrariedades al principio porque no sabía como ponerla, porque no quería una cruz.

Se me dio la idea de ponerla en un arco, porque es el símbolo de la concordia. Luego, para que pareciera lo menos crucificada posible la agarre de medio brazo. Antes de hacerla me documenté, reuní más de 300 fotografías de mujeres crucificadas, así que moldeé algo diferente.

¿Pensó que iba a generar polémica?

Lo que menos pensé con esta pieza fue crear polémica, al contrario, quería reinvindicarme.

Quería una denuncia de la violencia. Hice a la mujer más linda que puede representar, que no tuviera la menor provocación. Tenía toda la ilusión de obsequiársela a la mujer guatemalteca, a la que siempre he admirado. Me siento triste, porque por algo que hice con tanto cariño recibo como recompensa pedradas, por creencias espirituales fanáticas.

¿Qué papel ha tenido su familia?

Todos han estado muy orgullosos de mi trayectoria.

Usted es muy conocido por sus retratos.

Comencé a hacerlos desde el bachillerato, mis compañeros me pagaban Q1 por pintar a sus novias. Me iba muy bien. Luego cuando regresé de España continué haciéndolos. Es lo que me ha dado de comer hasta la fecha.

¿En cuánto tiempo trabaja un cuadro?

En dos días, más 55 años de práctica. En la escultura si me tardo más. La del femicidio la hice en tres meses.

Trabaja todas sus obras con modelos, ¿cómo las consigue?

Siempre hay personas que me quieren posar. Para la exposición de las Angelitas Meonas, cinco patojas me fueron a decir que me querían posar. A mis modelos no las elijo por bonitas, delgadas o pasadas de peso, cuando las veo, me tienen que decir algo.

Usted ha dado clases por varios años, ¿qué ha sido lo más inriquecedor?

Di clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Enap) y en mi casa por muchos años. Lo mejor es ver a los artistas crecer. Desde hace tres años estoy nuevamente en la Enap, sin cobrar nada, pero voy a renunciar, porque para qué les voy a enseñar a los jóvenes a expresarse, sino van a poder hacerlo.

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