“—Suegra, buenos días.

—Otra vez con lo mismo. ¿Qué pasó ahora?, le dije.

—No sé que pasó, yo me eché unos tragos. No sé, el caso es que su hija está muerta.

—¡Usted me la mató!”

Separados por un cancel de metal, Sión Mencos escuchó cómo su suegra relató que su hija durante 13 años siempre llegaba golpeada por su esposo. En una ocasión la visitó con el brazo quebrado y en otra con una costilla lesionada.

El día que recibió la llamada sobre la muerte de su hija, López Rosales recuerda: “Yo iba corriendo, iba ciega. Cuando llegué, encontré a mi hija tirada en el piso”. La madre de la víctima vivía a dos cuadras de donde ocurrió la tragedia.

“Estaba pateada, golpeada. Cuando la fui a recoger a la morgue, no la reconocí; me la dejó toda deforme”, continuó.

El examen del forense José Carlos Castañeda reveló golpes en el rostro y el abdomen. Además, una cicatriz antigua en la región inguinal, escoriaciones en los labios, el mentón y moretones en el omóplato izquierdo, así como ruptura del tejido muscular, entre otras lesiones características de relaciones sexuales violentas.

“El diablo”

“Mire lo que hizo el diablo”, fue la expresión de su suegra al llegar a la casa donde su yerno había golpeado brutalmente a su hija.

Durante la madrugada, la pareja había tomado licor —2.5 grados fueron encontrados en el cadáver de ella—; estaba ebria parcialmente, pero aún consciente, resumió otro de los peritos.

Uno de los hijos de la pareja, de 7 años, le contó a su abuela que su padre los mandó a él y a sus dos hermanos a ver internet.

El episodio que siguió después es calificado por la abogada querellante María del Carmen Estrada de “violencia salvaje”.

Sión Mencos, quien había vuelto dos años atrás con la víctima, la golpeó en el segundo piso de la casa, y la lanzó por el barandal. Bajó al primer piso, la volvió a agredir, y la subió nuevamente al segundo piso hasta matarla.

Los homicidios han bajado, pero la violencia contra la mujer no. En lo que va del año, hay 80 muertes de mujeres. Hay cifras ocultas, sin duda, afirmó Myrna Ponce, coordinadora de la Unidad de Control y Seguimiento a los Órganos Especializados de Delitos de Femicidio.

“Creo que hay una conjugación de más muertes violentas y más saña, producto de la inseguridad, porque no ha sido posible el desarrollo de una política clara en cuanto a ese tema”, agregó Ponce.

Se espera que uno de los menores hijo de la pareja declare en las próximas semanas en la cámara Gesell.

El Tribunal A de Sentencia Penal de Delitos de Femicidio, presidido por la jueza Dina Ochoa, fijó para el 4 de marzo la continuación del debate.

“Me la hubiera dejado aunque fuera golpeada, ¡pero viva!”, expresó entre sollozos la madre de la víctima.