DE MIS NOTAS

Luna gardenia de plata

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Solo han pasado 30 días y la prensa, Raymundo y medio mundo, se le han tirado encima al nuevo mandatario, arruinándole la luna de miel. Sabían desde el principio que era un neófito sin experiencia alguna y ahora lo critican como que si fuese un estadista fallando grueso.

Se hacen varias criticas: permitir el arribismo de diputados tránsfugas a su bancada, rompiendo la promesa hecha en campaña. Hacer nombramientos espurios en su gabinete, en medio de una corrupción aún campeando en la administración pública con toda la normalidad. Y la tercera, dar la impresión de que es manejado por diversos grupos, especialmente por el embajador estadounidense, quien ha resultado ser el activista más entusiasta de todos los tiempos.

Se escucha sin cesar el distanciamiento de percepciones entre el mandatario y la ciudadanía en general. Y es que la oferta única, la promesa esencial, vamos, la única razón por la que el pueblo votó por Jimmy Morales fue por la promesa de transparentar el gasto opaco y acabar con la corrupción enquistada en el Estado. Esa única promesa, en cierto modo, le alivia la carga de tener que solucionar todos los problemas que aquejan al país en el corto y mediano plazo, y le dejan un espacio político para llenar los medios de comunicación con las acciones que el pueblo espera y desea ver.

Pero resulta que el presidente del Congreso le comió el mandado con la iniciativa de alto impacto, de hacer público los salarios del Legislativo. Respetando la separación de poderes, el mandatario debió aprovechar esa ventana única para convocar al pueblo alrededor de una petición de rendición de cuentas en el Congreso, tomando con ello el liderazgo y forzando la aprobación de las reformas del Parlamento que tanto urgen. Solo tenía que aludir en sus declaraciones públicas al hecho de que cuando hay conserjes y secretarias en el Congreso, ganando más del doble del salario que un médico del sector público, el sistema hay que cambiarlo.

En otras palabras, el presidente Jimmy Morales no debe olvidar que él representa las demandas del pueblo. Al día siguiente de la toma de posesión debió de comunicar a todos sus allegados la necesidad de transparentar los nuevos nombramientos. Evitar el nepotismo. Sacar de la administración pública a todas las personas con cuestionamientos —aun con pago de favores pendientes hechos durante la fiesta electoral—. Esto, para guardar su capital político y cumplir con el mandato principal.

El aislamiento de los mandatarios es sintomático a lo largo de toda la historia. Porque cuando la realidad se percibe por los reportes de terceros cercanos ávidos de decirles a los presidentes lo que quieren oír —sumado a la falsa impresión de estar “ocupadísimo”, debido a largas jornadas de trabajo, muchas de la cuales no necesariamente concluyen en acciones y resultados concretos—, se contraponen entonces dos mundos: el real y el dibujado por otros.

Por esa razón, las secretarías de Inteligencia Estratégica existen en todo gobierno. De acuerdo con la Ley en Guatemala, la Secretaría de Inteligencia Estratégica (SIE), en sus capacidades institucionales produce inteligencia estratégica “identificando, anticipando y coadyuvando a contrarrestar las amenazas, riesgos y vulnerabilidades que afectan al Estado, asesorando al presidente de la República y al Consejo Nacional de Seguridad”. A diferencia de la SAAS, que produce inteligencia de seguridad para el mandatario, el vicemandatario y sus familias.

El mandatario deberá seguir las líneas institucionales que marca la ley, donde todo no seguramente será miel y ojuela, por esta razón es que SIE y el Consejo Nacional de Seguridad deben estar activos, equipados y con recursos, léase capital intelectual.

Un mandatario es tan bueno como los asesores que tenga. Ojalá que estas instituciones estén desarrollando sus capacidades para la mejor toma de decisiones del Estado.

Total: ser presidente, de eso se trata.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.