2014, año terrible a punto de acabar

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POR SUPUESTO, LA actividad de los diversos sectores del país no necesariamente comparte esta calificación, pero eso es el tema de un artículo aparte. Me refiero a la práctica de la política, porque de la marrullería con la cual esta es realizada, depende en buena parte el futuro nacional,  de la misma manera como los extremos de este 2014 son efecto de un largo proceso iniciado con las actitudes complacientes ante lo ilegal y lo incorrecto, comenzadas hace 28 años con el enraizamiento de los gobiernos electos.   Dos fueron los elementos fundamentales para la ya mencionada angustia: uno, la burla ya total, abierta y descarada de las reglas legales, y el otro la presencia de la entronización de la corruptela en todas sus manifestaciones.
 
LAS ACCIONES DE LOS partidos, candidatos y funcionarios de todo  nivel en su mayoría fueron criticables y causaron desazón por sus implicaciones del evidente deterioro de la ley como árbitra y como rectora de la actividad política. Campañas anticipadas, desacato y burla a las decisiones de las autoridades electorales, pero también participación igualmente descarada en los intentos, casi todos exitosos en el caso del actual gobierno, para cooptar y apoderarse de las instituciones  cuyo papel es el de reglamentar la actividad política, incluyendo además las cortes Suprema y de Constitucionalidad, y aquellas cuyo trabajo implica el control de la actividad partidista, ahora convertida en una lucha sin regla alguna, donde la ley no existe.
 
OTRO FACTOR DE DESAgrado fue la actitud de descaro ante las recriminaciones populares y las interrogaciones planteadas por los medios de comunicación. Es una variación de la actitud de  “Sí, ¿y qué?” basada en el convencimiento de la actitud pusilánime de los guatemaltecos ante los abusos y las arbitrariedades. Si bien la política ha sido calificada como la ciencia de lo posible, tenía limitaciones como consecuencia de necesitar de un basamento ético, de corrección, donde el descaro puede existir pero con la condición de convertirse en el detonante de la salida deshonrosa. Dicha posibilidad quedó eliminada este año en la política guatemalteca, en un hecho cuyas consecuencias pueden ser desastrosas en un año electoral como 2015.
 
2014, ENTONCES, ES UN año con un lugar asegurado en los libros de historia nacional. Sus peores efectos, a mi juicio, penetran en el campo puramente emocional, intangible, como por ejemplo la confianza en el sistema, o el convencimiento de la incorrección, el descaro y la ilegalidad como partes intrínsecas al hecho de pertenecer a un partido, llegar a ejercer la conducción del país o adherirse a un equipo llegado por la vía de los votos. La desconfianza  puede alcanzar a las elecciones y a la tarea de las autoridades. Esta es la causa por la cual la principal tarea del 2015 es tratar de recuperar al menos algo del nivel de confianza al cual se había llegado al principio de la etapa democrática. Dicho esto, deseo para mis lectores un buen año nuevo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.