Agresión a la autoridad

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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por las mismas agresoras. Se trataba de Amalia Meléndrez, quien había sido golpeada porque tenía colgada en su casa una manta con la propaganda de la UNE. Mientras arrebataban al líder indígena la vara, este recibió el apoyo de dos policías que desistieron ante las mujeres que Escalón define como “fortísimas” y “particularmente belicosas”.

La noticia no generó reacciones de la opinión pública, no fue tema en las redes sociales ni mucho menos un TT, pues disturbios como este suelen ser leídos como acciones de masa; como fenómenos naturales; líos del montón, trifulca de bandos rivales allá, en la barbarie. Hay una pobre identificación humana, de sentimientos individuales. Si abofetearan al alcalde de la capital o al de Mixco, sin duda la Policía detendría a las agresoras y la noticia sería motivo de reacciones por largo tiempo. Pero es un líder indígena, en una aldea de Nebaj.

Escalón refiere que la mujer fue violentada por las simpatizantes del PP que la sacaron a la fuerza de su casa. La habían alejado ya cien metros, pero la soltaron cuando advirtieron la presencia de varios periodistas. Mientras estos entrevistaban a la herida, se acercó una de las agresoras a decir que ellas eran las víctimas; se identificó con un nombre falso que desmintieron los presentes y además advirtieron que escondía un machete debajo del corte.

No sé si a estas alturas todo siga pareciendo algo normal. Los acontecimientos no deberían ser evaluados según la condición social de las personas ni los escenarios. De hecho, De León Ceto —detalla Escalón— pidió al comisario de la Policía que enviara refuerzos, pues el ministro de Gobernación López Bonilla ofreció que toda persona responsable de disturbios durante las elecciones municipales sería aprehendida, pero ningún contingente se hizo presente.

Los sucesos de Kambalam suelen ser leídos como se lee una nota sobre el clima. Sería distinto si se hubieran desarrollado en el Teatro Nacional. Es razonable que haya una cobertura según las consecuencias nacionales, porque hay puestos de incidencia total, pero otra cosa es la discriminación en el acceso a la justicia. Las personas que echaron cal a la vicepresidente fueron detenidas. En Quiché, nunca detuvieron a la mujer que le “tronó” la cara al secretario de las autoridades ancestrales. Hay una línea divisoria bien marcada que separa a los grupos sociales no capitalinos y a las personas de gobierno, las familias y personas individuales con influencias en los poderes del Estado. El verdadero pueblón, todavía, es el país.

@juanlemus9

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