Algunas ideas para celebrar la Navidad

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QUIERO SEÑALAR acciones de las mencionadas anteriormente, con el fin de sugerir a los lectores de escoger alguna de ellas. La primera es dar un primer paso para reconciliación con parientes  —mientras más cercanos, mejor— distanciados por problemas relativamente sencillos, o también complicados, ocurridos en el seno de la familia. Hacer esto es muy efectivo cuando ese distanciamiento es entre hermanos, con su cauda de tristeza para los padres. Hace unos días un querido amigo me habló de su decisión de intentarlo, por el único motivo de traerle felicidad a su octogenaria madre, cuyo corazón se arruga porque no se anima a tomar partido y ahora solo quiere verlos a todos sentados a la mesa comiendo el tamalito navideño.

OTRA IDEA CONSISTE EN ir al banco a cambiar un cheque en billetes de veinte quetzales, por ejemplo, con el simple objetivo de entregar uno a personas encontradas por la calle, y de desearles feliz Navidad, para luego seguir continuar la marcha ya sea a pie o en carro. Cuando alguien recibe algo así, la expresión de sorpresa reflejada en su rostro, y la sonrisa de agradecimiento, demuestran a las claras la bondad del acto, respondido con un espontáneo “Dios lo bendiga”. No hay necesidad de repartir una gran cantidad de dinero, y como esta suma entregada es voluntaria, nadie puede tampoco criticar si es modesta,  pero se llena el espíritu navideño de realizar una obra hecha con la buena voluntad de permitir al beneficiado adquirir algo.

QUIENES VALOREN UNA visita en su real importancia el contacto con las manos,  el valor del abrazo y del mensaje otorgado por medio de la voz y el diálogo, pueden escoger algún centro de cuidados de viejitos, o de niños, o visitar algún hospital, para llevar un poco de alegría a quienes se encuentran en esos lugares ya sea de manera temporal o permanente. En estos casos, el regalo es el tiempo otorgado para escucharlos y hablarles, sobre todo en el caso de los ancianos, muchas veces abandonados porque sus familiares se han olvidado de ellos o porque la muerte se ha encargado de llevárselos. Uvas, manzanas, una bufanda de lana, etcétera, son complementos maravillosos para una darle enorme valor espiritual a unos cuantos minutos.

EN LOS SERES HUMANOS, la Navidad despierta sentimientos, sensaciones, recuerdos. Permanecen en algunos corazones durante algunas semanas, pero luego la vorágine de los acontecimientos cotidianos provoca el olvido de las intenciones, no solo buenas sino tomadas conscientemente. Un gran triunfo personal sería mantenerlas no solo en el próximo año, sino en el resto de la vida, con el objetivo de mantener en los doce meses los criterios navideños. Ello evidencia su dificultad, pero vale la pena intentarlo, sobre todo en un país con las carencias del nuestro, tan necesitado de criterios de solidaridad y de colocarle límites al individualismo a ultranza, entronizado poco a poco, y tan nocivo como lo puede ser el  colectivismo desbocado.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.