Antesala de una campaña atípica

Uno de los detalles más relevantes es que por primera vez el partido en el Gobierno  libra una ardua batalla por la legalidad, ya que se encuentra suspendido por haber hecho campaña anticipada, y mientras ese castigo no cese, está imposibilitado de cumplir reglamentariamente con el requisito de celebrar una serie de asambleas. A esto se suman las disputas internas que han virtualmente dividido a esa agrupación en por lo menos tres bloques, y una de las relevantes luchas que se observan es por ver quién asume la Secretaría General.

Las disputas internas constituyen la más grave amenaza, pues la suspensión del Partido Patriota podría estar resuelta en cuestión de semanas, pero la separación del cargo de Roxana Baldetti como secretaria general de esa agrupación  parece encaminarse a quedar en firme, pues  la Constitución es clara en señalar que ningún funcionario deber favorecer  a partido político alguno, y hasta ahora han sido vergonzosos muchos de los actos del Gobierno para empujar al oficialismo.

Lo cierto es que frente a un escenario tan complejo, la primera tarea patriotista es  limar las asperezas internas, lo cual tampoco parece ser algo fácil, pues Baldetti está virtualmente al margen de la cabeza del partido y su evidente animadversión hacia el candidato oficial hace vislumbrar otra batalla que puede causar serios daños a la agrupación. Lo más lógico es que las históricas divisiones se acentuarán y que los bandos en conflicto simplemente se decantarán por la opción que les pueda ofrecer más posibilidades de continuar disfrutando de las mieles del poder.

Sin embargo, en los abusos y excesos que los políticos están acostumbrados a cometer, los patriotistas no están solos, pues la mayoría de las agrupaciones partidarias se han dado de nuevo a la tarea de desfigurar el paisaje nacional con pintas en piedras, árboles, paredones y cuanto espacio puedan utilizar de manera impune. A esto se deben sumar los supuestos actos de proselitismo que realizan los principales aspirantes, los cuales constituyen otra descarada forma de hacer campaña, como lo evidencian las variopintas ofertas que  proliferan en los departamentos.

Otro detalle que complementa esta atípica precampaña electoral, y quizá el más determinante, es que las actuales autoridades del Tribunal Supremo Electoral también se han mostrado como las más permisivas de nuestra historia, y muchas de sus decisiones han estado cargadas de críticas porque fácilmente pueden dar marcha atrás en  algunas de ellas, ya que  tampoco parecen soportar con firmeza los reclamos que les hacen los representantes de los partidos políticos, lo que a la vez debilita la institucionalidad.

ESCRITO POR: