Asturias y “Micul”

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Engalanan con papel crepé las paredes y ponen globos sobre la estatua. Es lo que requiere mucha gente, un poco de falsedad. No digo que a eso aspire el periodista, sino que los gobiernos crean esa fantasía que apacigua los ánimos. Por mí, que se queden callados antes que hacer disparates espectaculares. Llama mi atención, eso sí, que el autor de la nota se comunicara con Micul justo cuando ya nada se podía hacer. Buena voluntad habría mostrado si preguntara un mes antes sobre las actividades. Pero divulga que la jefa de información le respondió: “Ni siquiera estábamos advertidos (…) Te agradecemos que nos alertaras. Vamos a emitir un boletín al respecto y lo distribuiremos a la prensa”.

Si hubiese ella sabido de qué tamaño estaba abriendo la boca, le habría dicho “Te agradecemos la enhebrada que vas a darnos”. El autor remata: “Es el tiempo que corroe la memoria de uno de los precursores del boom”. Leo buena intención, pero también ansias por exponer las polillas del cuadro. Personalmente, no me importa que se sepa —porque es cierto— que es más fácil que este gobierno honre a un criminal que a nuestro Nobel de Literatura. La nota provocó comentarios sobre lo que se dice de nosotros en el extranjero, sobre la vergüenza que significa eso, pero si aquí se olvida la historia de injusticia ¿cómo no se va a olvidar a un escritor?

Escribe el periodista: “su país, por el que tanto hizo desde la literatura, casi lo ha olvidado y solo tiene silencio para él”. Bueno, no es tan trágica la cosa. Tampoco vamos a sufrir los olvidos de Micul. Asturias hizo bastante por la literatura universal, no tanto por la del país. Ningún escritor tiene obligación de poner su obra al servicio de su patria, pero ya que lo menciona, como Nobel habría podido crear una Fundación Asturias para las Letras o talleres literarios permanentes, por ejemplo, mas no pudo o no quiso ni tuvo las condiciones de aportar nada. No por eso se le va a condenar. De ganancia, creó personajes que fueron encarnados por sus descendientes y eso es bastante en este mundo de cobardes, incluida la intelectualidad de España o Centroamérica.

Asturias ganó con justicia los premios Lenin, Nobel y otros importantes; eso sí, ni su obra ni sus premios lo hacen paladín de las causas justas. Y tampoco es “padre del realismo mágico”. Si a orígenes de esto vamos, bastante encontramos en El hombre que parecía un caballo, de Arévalo Martínez. Invito a leer a este escritor. Allí está el germen de un mundo alucinante, mágico, cristalizado en un realismo que sin duda habrá influido en Asturias y cuantos vinieron después.

@juanlemus9

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