Atrapados en las redes

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También es una de sus desventajas. Esta aparente contradicción se explica por la comodidad que representa para muchas personas emitir juicios, opinar y comentar sobre asuntos de mucha importancia, pero desde la seguridad de su propio espacio. La falta de participación real de una sociedad acomodada en su statu quo se consolida, de ese modo, gracias a una conexión con acceso a las redes.

No sería aventurado pensar que la mayoría de quienes participan en foros, charlas, conversatorios, conferencias o intercambios —virtuales o no— desconocen la realidad de primera mano. Muchos están conscientes de la situación de la niñez, del drama de la violencia de género o la crisis del sistema penitenciario por medio de terceros cuyo trabajo consiste en investigar, trabajar en terreno y ensuciarse los zapatos al adentrarse en esos territorios.

Esa visión de laboratorio, esa falsa sensación de participación provocada por la protesta virtual ante una comunidad realmente desconocida —el porcentaje de “amigos” reales en una red es ínfimo— aleja a las personas de los hechos concretos y les proporciona un sentido de satisfacción que no resiste el menor análisis. Es como saborear un helado a través de un vídeo. No es real, la sensación es pura imaginación.

Sin embargo, Guatemala es un país de verdad con problemas abrumadores y un peligro inminente de retroceso en sus avances democráticos. Los sectores informados, aquellas personas verdaderamente interesadas en rescatar la institucionalidad, consolidar la democracia, luchar por un estado de Derecho y salvar a la niñez y la juventud de los peligros que les acechan, no deben seguir amparándose detrás de un teclado si esperan algún resultado positivo a sus esfuerzos, la mayoría limitados a un ejercicio de expresión.

Alguien comentaba sobre la importancia de rescatar la verdad histórica detrás de la figura de Jacobo Árbenz, conocer a los oscuros personajes que propiciaron su derrocamiento, comprender cómo ese episodio fue determinante y cuánto de ello todavía pesa en la manera como se ejerce la política guatemalteca. Pero hacerlo con visión de futuro y no para quedar atrapados en una conmemoración simbólica por medio de las redes —que nada aporta— sino para trabajar en una reformulación del ejercicio ciudadano, para contribuir de manera real a construir una nación basada en la equidad, en la justicia y en el respeto por los derechos de toda la ciudadanía.

El aporte de ideas en ese flujo incesante de las redes sociales ha sido estimulante y ha creado un rico intercambio de ideas, pero es esencial salir y ver. Palpar la realidad de la niñez trabajadora, de las niñas embarazadas, de los centros de salud carentes de recursos, de aquellas comunidades atrapadas entre su pobreza y el poder de una compañía multinacional dueña de todos los derechos. Sería un ejercicio saludable —desde las visiones personal y social— conocer de cerca todo aquello que se lee en el monitor y que tanta desazón provoca.

elquintopatio@gmail.com

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