Balance económico 2011

MARÍA ANTONIETA DE BONILLA

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El PIB trimestral registró 3.7% de crecimiento en el segundo trimestre del año, mientras que el IMAE registró en mayo su crecimiento más alto desde enero de 2008, con un 3.96%, para luego comenzar a desacelerarse registrando a octubre 3.59%, congruente con la desaceleración que comenzó a experimentar Estados Unidos a partir del tercer trimestre del año, confirmando una vez más nuestra fuerte dependencia económica.

Las materias primas registraron un repunte internacional de precios, asociado al pujante crecimiento de varios países emergentes, y esto tuvo efectos positivos y negativos para la economía nacional. En efecto, los elevados precios de importantes productos de exportación favorecieron nuestra balanza comercial y dieron un impulso importante al crecimiento, pero los que registraron el petróleo y otros productos, impactaron negativamente la inflación.

El resultado fiscal continuó presionando el endeudamiento público, con un déficit previsto en torno a 2.9%, ligeramente menor que el observado en 2010. No obstante, la incertidumbre que prevalece con relación al monto de la denominada deuda flotante le resta credibilidad y transparencia a esta estimación de cierre.

Para 2012 se prevé que el crecimiento experimente una desaceleración, congruente con las perspectivas de menor crecimiento mundial y de nuestros principales socios comerciales; de hecho, el Banguat, en su más reciente evaluación, redujo a un promedio de 3.1% la previsión para el próximo año, estimando un impacto negativo en la recaudación tributaria de Q1 mil 500 millones.

Si bien el panorama económico para 2012 no es el más alentador, el inicio de una nueva administración ha generado expectativas positivas que se reflejan en las encuestas de opinión empresarial, y estas deberían aprovecharse para darle un giro positivo a la política económica, impulsando acciones que permitan una diversificación más agresiva de las exportaciones, mejorar la competitividad y el clima de negocios y potencializar sectores como el turismo. Acciones concretas para fortalecer áreas como seguridad, calidad educativa e infraestructura deberían ser prioritarias, pero estas requieren recursos del Estado y los existentes parecieran estar muy comprometidos. En este contexto, la problemática fiscal será uno de los principales valladares que enfrentará el nuevo gobierno, y los primeros meses del próximo año serán clave para encontrar una solución integral y consensuada que le permita implementar su plan de gobierno y enfrentar la todavía difícil coyuntura externa. Lo que está en juego es el futuro económico y social del país.

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