Con límite y medida

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Sin embargo, la gente se cansó de tanta tropelía. La  noche del 25 de enero,  centenares de valientes  pobladores  de las comunidades vecinas al  área protegida  desalojaron a la empresa que saqueaba el jade. Transcribo la nota del desalojo  que  publicó la Fundación Turcios Lima, dirigida por  César Montes, en  su  muro  de Facebook:

“Anoche subieron 300 habitantes de la cuenca del Río Teculután y desalojaron a la policía privada  y al israelita que los dirigía. Varios de ellos salieron huyendo por el monte. El resto se les envió para abajo en vehículos de la empresa.  Se permitió que la PNC se hiciera cargo de la protección de la maquinaria y el campamento militar que habían instalado con trincheras de piedras, alambre espigado y un sistema de defensa israelí que fracasó rotundamente ante la fuerza gigante de los pueblos.

Se fundó el Frente de Defensa de los Bosques, y el Río Teculután con más de 15 comunidades que representan no menos de 10 mil personas. ¡No más saqueo del jade en la Sierra de Las Minas! Defendamos el área protegida como amortiguamiento del área núcleo. Victoria de las comunidades organizadas en la fundación Turcios Lima, que sin armas, desalojó a los usurpadores sin  un muerto y ni un herido”.

No apoyo acciones que puedan generar conflictividad, pero, ¿qué  haría usted,  estimado lector,  si durante años sus  justas denuncias  son desoídas? ¿Si le duele que talen  bosques prístinos  y destruyan  la montaña para extraer  jade  en una zona prohibida?

Conversé  con la  arqueóloga  Mary Lou Ridinger,  quien, junto a su esposo Jay Ridinger,   fundaron la empresa Jades,  S. A, en Antigua Guatemala, en 1974. Mary Lou es una autoridad en el tema del jade. Reconoce  que las licencias  deben explotarse con límite y medida para respetar el ambiente natural. Además, es un recurso no renovable.  Mary Lou me comentó que planifica trabajar con la gente de las comunidades donde ella recolecta superficialmente  el jade, como lo hacía el antiguo maya, un proyecto modelo de desarrollo.

El objetivo es enseñarles  a  tallar artesanalmente el jade para que  luego lo vendan  como piezas únicas en el mercado internacional. ¡Empresas honestas como estas es lo que necesitamos en Guatemala!

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