Después del Baktún

JULIO LIGORRÍA CARBALLIDO

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El riesgo de que eso ocurra aún lo vemos lejano. Pero si nos basamos en los números fríos, el proceso ya se inició. Recursos vitales como el agua y el oxígeno están en proceso de deterioro. Recursos que garantizan la continuidad de la producción de bienes y servicios, como la energía y los hidrocarburos, están siendo explotados a tope. Si bien es cierto, el mundo avanza y se desarrolla en muchos sentidos, en otros retrocede salvaje y silenciosamente.

Veamos muy por encima el tema del agua. No habrá agricultura y, por tanto, nada qué comer cuando ese recurso se agote. Países como Guatemala se arriesgan a contaminar las pocas aguas potables que les quedan porque contaminan los caudales de superficie y subterráneos sin parar. Según el Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y de Ambiente (Iarna) de la Universidad Rafael Landívar, de 328 municipalidades estudiadas en el 2006, solo 15 les dan tratamiento a sus aguas servidas antes de regresarlas a ríos, lagos y mares. ¿Qué significa esto? Contaminación imparable, contaminación de esa que no solo produce un desecho dañino al ser humano, sino contaminación de la que daña los pocos recursos que debemos consumir para seguir vivos.

Guatemala no tiene problemas con el agua, al menos, en el papel. Haciendo el recuento de agua dulce disponible en Guatemala y dividiéndola entre la cantidad de habitantes, tenemos un promedio de 8,000 metros cúbicos por persona al año, una cifra bastante parecida a la de 9,000 metros cúbicos por persona al año que está disponible en los países desarrollados. Sin embargo, y aquí está lo terrible, es casi imposible que el usuario final en Guatemala pueda tener agua que no lo enferme al consumirla. Una evaluación rápida sobre el tema es escalofriante y explica en buena medida por qué la salud y la agricultura atraviesan grandes problemas. Tenemos menos de 1,500 metros cúbicos de agua potable por persona al año, y de estos, cerca del 40% se usa para riego, otro 45% se va en generación hidroeléctrica, cerca del 13% lo emplea la industria y el 2% restante se usa para consumo humano.

Mientras los países desarrollados luchan desesperadamente por tener sus 9,000 metros cúbicos de agua potable por persona al año, han asumido ya el desafío proyectado para el 2025: sin hacer algo dramático, tendrán disponibles solo 5,100 metros cúbicos por persona al año, y el litro y medio de agua que cada persona debe consumir diariamente será uno de los bienes más preciados en la civilización.

El riesgo del cataclismo que muchos vieron en el Oxlajuj (13) Baktún ya está entre nosotros. Si nos damos cuenta a tiempo y nos unimos, tal como propuse en mi comentario de la semana pasada, podremos hacer algo para que esta tierra donde vivimos tenga más esperanza y podamos vivir todos mejor aquí que en otros lados.

Pero si no hacemos algo, mejor comencemos a estudiar cuándo nos alcanzarán nuestros errores.

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