Destitución

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Primero, generó un conflicto con diplomáticos taiwaneses dañando los intereses del país. Segundo, exigió que EE. UU., por escrito, refiriera el alcance de sus operaciones de inteligencia, con el argumento de que al expresidente Álvaro Colom Caballeros se le había espiado. Tercero, comparó los procedimientos migratorios de EE. UU., con la acción de las SS hitlerianas, pues ambos operan sobre la base de cuotas. Además, indicó que su resultado dejaba pequeño al genocidio de judíos, gitanos y comunistas en la Segunda Guerra Mundial, conocido como el Holocausto. No hizo caso de que las deportaciones de EE. UU. se realizan con anuencia de juez; por el contrario, indicó que todo el trato era similar al campo de concentración de Auschwitz.

No se insiste en su insensatez al rechazar las donaciones periódicas provenientes de funcionarios taiwaneses.

En el caso del expresidente Colom, el litigio es por demás artificioso. Cuando este desempeñaba la Presidencia se conocieron los wikileaks. Allí aparecía la innoble actuación del embajador Steve McFarland, boicoteando la reforma tributaria de ese gobierno; así como daba por válidas las acusaciones contra la entonces primera dama, pues indicaba que estaba rodeada de un círculo de guerrilleros. La actuación del mencionado expresidente fue declarar que el país era aliado de EE. UU., de donde solo consideraba válidas las declaraciones oficiales. ¿Por qué un funcionario de un nuevo gobierno está interesado en asuntos que no inquietaron al titular del pasado ejecutivo? ¿Por qué pide informes escritos sobre asuntos que el gobierno norteamericano no comenta?

Finalmente, es ignominioso comparar una actuación administrativa con base legal, con uno de los actos más atroces en la historia de la humanidad. La muerte de millones de judíos en los campos de concentración nazis no debiera relativizarse y, mucho menos, negarse. Algunos inescrupulosos para conseguir favores pueden coquetear con millonarios petroleros como los propietarios de Al Jazeera, de donde el canciller se declara colaborador. Pero la voz internacional de un Estado mancha la honra nacional con la negativa de ese acto de lesa humanidad.

Conocida es la actuación de los tercos cuya divisa consiste en afirmar: ¡Ahora mando yo, y los demás se aguantan! Esa actitud solo hundirá al responsable del Ejecutivo. Hay que expulsar a la perinola del tablero, pues volverá a caer: nadie gana.

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ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.