Don Juan cínico, fisiquín

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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En nuestro país la mantuvo en escena durante 35 años Alberto Martínez Bernaldo (1908-1969), quien además de dirigirla interpretó al personaje central. Siguió la tradición su hija, María Teresa Martínez. Nuestra gran actriz interpretó su primer papel en dicha obra en 1951, como la hermana Tornera, y desde 1953 como doña Inés.

Es un drama escrito en verso rimado, razón por la cual los actores deben mantener perfecto tono de voz, dicción y memoria, de principio a fin. El grado de dificultad es tan alto, que les viene bien aquella sentencia de André Breton: “Una palabra y todo está perdido, una palabra y todo está salvado”.

En cuanto al contenido, se suele creer que un donjuán es nada más un caballero seductor, alguien a quien vulgarmente llamaríamos fisiquín. Pero Don Juan es el cínico perfecto: burlón violento, violador, descarado y asesino. El Don Juan Tenorio de Zorrilla sedujo a 72 mujeres y mató a por lo menos 32 hombres; ultrajó a una monja, violó a una mujer en las vísperas de sus nupcias e hizo alarde de todo aquello. Es un personaje galante, ciertamente, por eso la monja cae rendida, por eso seduce al público. Esa es la magia, la fantasía teatral.

Advertida la ralea del antihéroe, valoro su verbalización del mundo, ya no digamos la actuación de William García-Silva como Don Juan y la que en su momento tan acertadamente ofreció Fernando Mencos; también la actuación de Samy Morales como Don Luis Mejía, otro cínico en la obra.

Hago énfasis en el cinismo porque es un estado de grosería ubicado en la parte más alta de la maldad burlesca. En escalones inferiores está la persona irónica, una pequeña peste, molesta, que tiene algo de chispa. Un escalón arriba del irónico está el sarcástico, alguien que incluso puede contagiarnos de sus puntadas porque se burla de la sociedad que quizá odiamos; pero el cínico no tiene escrúpulos. Mata y ríe. Roba y se burla.

Seduce y se jacta. Se venga de lo que no consigue y se torna violento. Es alguien que ataca y acusa de haber sido víctima en su ataque. Un acto de cinismo —por poner un ejemplo de actualidad— es lo que hace Wilfido Gudiberto Rivera, el diputado que metido a seductor y transa, termina demandando a su potencial víctima Claudia Escobar. Cínico es también el asesino o defensor de asesinos que ríe ante las cámaras o los micrófonos. Tema aparte son los cínicos de la historia, cuyo máximo representante fue Diógenes de Sinopea, aquel que fornicaba y defecaba en público.

Dice Don Juan: “Por dondequiera que fui/ la razón atropellé/ la virtud escarnecí/ a la justicia burlé/ y a las mujeres vendí./ Yo a las cabañas bajé/ yo a los palacios subí/ yo los claustros escalé/ y en todas partes dejé/ memoria amarga de mí”. ¡Cuánta vigencia tienen estas palabras! Grande, Zorrilla. Muestra la cáscara y la médula del mal. La puesta de María Teresa es todo un patrimonio de la ciudad, una puesta recomendable.

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