Economía campesina

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

|

La economía campesina es un constructo social que puede entenderse como “el conjunto sistemático de estrategias y actividades que la familia y la comunidad rural desarrollan para lograr satisfacer sus necesidades vitales materiales y espirituales, en función de alcanzar una vida digna, en armonía con el territorio y el ambiente con los que conviven; siendo tres de sus características fundamentales: el trabajo familiar, la producción de sus propios alimentos y el rol central de la mujer en la reproducción y fortalecimiento del sistema. La economía campesina es poli-activa y sus expresiones varían de región en región, determinadas por los elementos socioculturales y por los factores físicos del entorno. Es una economía dinámica en las relaciones y vínculos con el mercado, las instituciones públicas y entre comunidades”. (PNDRI, 2012).

Algunos indicadores dan cuenta sobre la importancia de este fenómeno en la realidad nacional. Por ejemplo, actualmente el 52% de la población es rural, hay un 76.4% de pobreza general rural, existe un 65.1% de empleo rural y el PIB agrícola representa un 13%.

Según la Encovi de 2011, el total de hogares agrícolas es de 50.8%, un 10.8% de los mismos se dedican a la agricultura familiar, 39.5% de hogares están conformados por asalariados agrícolas, y un 40.9% de los ingresos de los hogares rurales proviene de actividades salariales no agrícolas.

Cabe mencionar que para el año 2012 existían 164,097 hogares sin tierra, 171,420 hogares excedentarios y 228,621 hogares pequeños comerciales (Maga, 2012). Asimismo, el 50.5% de la tierra está concentrada en propietarios que poseen fincas de 0.7 hectáreas.

Por otra parte, el cultivo de maíz genera aproximadamente 190 mil empleos permanentes, mientras que el del frijol solamente 52 mil.

Desde la perspectiva de la gobernabilidad, no debemos olvidar que el campesinado es un sujeto sociopolítico que juega un rol determinante en la política, economía, cultura, ideología de contrapoder y resiliente ante las políticas oligopólicas del sistema capitalista, pues interesa analizar su racionalidad discursiva, estrategias de mimetismo y movilización social e incidencia en el poder.

A manera de colofón, la modernización integral de la economía campesina no puede hacerse de manera aislada de las dinámicas históricas en torno al desarrollo rural y las variantes adaptativas de la agricultura familiar, sobre todo por la desventaja de competir ante los monocultivos agroindustriales e industria extractiva; y reconociendo que los territorios indígenas son bastiones de identidad, lucha comunitaria e inclusión agraria.

 framont@gmail.com

ESCRITO POR: