Efectos perversos

Magalí Rey Rosa

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La agencia de contaminación de la Fiscalía de Delitos contra el Ambiente del MP mandó las muestras de agua —tomadas el 12 de septiembre del 2012 por personal del Ministerio de Ambiente, para que no se pudiera dudar de su imparcialidad— al Laboratorio Nacional de Salud; luego remitió los resultados al Instituto Nacional de Ciencias Forenses.

El caso tardó dos años en resolverse, porque “alguien” logró retardar las audiencias. Llevó el caso el juez de Primera Instancia Penal de Santa Rosa, Lic. Sáenz Bojorquez, quien por increíble coincidencia —¿o no?— resultó recientemente electo como magistrado de la Corte de Apelaciones. Un dato que debe tomarse en cuenta es que la contaminación se produjo cuando aún no había empezado la etapa de explotación, gracias a la práctica minera de arrojar descargas de sólidos en suspensión, en este caso, directamente a la quebrada El Escobal. Con lo que la minera demostró que le importan un comino los derechos, el agua y la salud de los vecinos, a quienes —en los anuncios que ahora inundan los medios— aseguran considerar.

En el caso de la mina Marlin, la presencia de arsénico —¡3 mil veces arriba de los límites permitidos! también quedó científicamente comprobada. En la conferencia de prensa presentaron, además, los mapas que comprueban la violación de Goldcorp/Montana a nuestro sistema legal, pues ha abierto miles de metros de túneles subterráneos sin contar con Evaluaciones de Impacto Ambiental aprobadas por el Marn. ¡Violadores!

¿Qué va a pasar ahora? Con el poder que tienen ciertos operadores políticos para manipular el sistema de justicia (por ejemplo, colocar  jueces en puestos de magistratura, como intercambio de favores), lo más probable es que allí no pase nada y eso ya no nos extraña. Pero sí indigna la actitud de los medios de comunicación, que parecen estar colaborando para que la población guatemalteca no se entere de cómo violan sus derechos los mineros. Si los que estuvieron presentes en la conferencia de prensa del jueves 20 de noviembre no sacaron ni siquiera una nota al respecto, ¿será que la propaganda minera que ahora publican tan alegremente les ha “convencido” de que la minería es responsable, limpia y deseable?

Mientras tanto, suben el nivel de frustración, la indignación y la cólera que siente la población afectada ante el descaro de nuestras más altas autoridades; seguramente aumenta la contaminación y con ellas nuestro desprecio hacia quienes decidieron hacer de Guatemala un país minero, porque el costo y las pérdidas son demasiado grandes. Hoy tenemos las pruebas.

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