Emancipación individual

Samuel Pérez Attias

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 financieros, mundiales y locales, así como fuera del alcance de los gobiernos y de las políticas públicas, han sido y son típicamente indígenas, viven en el área rural y, en su mayoría, mujeres. Indignadas, excluidos, preocupadas, la mayoría de la población buscó, en los años 60, formas colectivas de solucionar sus problemas estructurales, lo que llevó al conflicto armado que todos conocemos y que supuestamente terminaría hace 15 años.

La paz se firmó como protocolo político, terminando oficialmente la guerra interna pero sin resolver los problemas de fondo que llevaron al conflicto social. El Estado se transformó y limitó su actuar para dejar que cada individuo resolviera su problema económico bajo un esquema de profundas asimetrías socioeconómicas y pobreza en las mayorías. La idea de las políticas de ajuste estructural respaldadas por los organismos internacionales era precisamente la reducción de los estados para darles paso a las economías basadas en el mercado, pero, eso sí, en un marco de democracia y de paz social. Nada nuevo que la historia no deje de contar y cuyas consecuencias hoy afloran.

En materia de seguridad, como consecuencia, surgió un problema con eso de la individualidad y atomización de la sociedad, pues antes se defendía la soberanía y la seguridad social dentro de las fronteras; hoy cada persona según sus propias posibilidades defiende su soberanía y seguridad individual. Lo que antes en teoría debía hacer el Estado, hoy lo hace el individuo con su propia mano.

Los problemas irresueltos de millones de guatemaltecos, como la falta de oportunidades para acceder a libertades individuales, no digamos a establecer su propio proyecto de vida, llevan ahora a la ciudadanía a buscar sus propias formas de defensa.

Y es que en un sistema civilizado de convivencia social, fundamentado en valores democráticos, los problemas debieran resolverse en los tribunales de justicia de acuerdo con las leyes imperantes. El llamar a la Policía no es para que lleguen a balear al ladrón, sino a que se le aprehenda y sea sujeto al fuero legal.

Sin embargo, hoy se ha establecido un sistema de defensa individual en la que todos se protegen de todos, incluso hasta de quienes comparten el mismo suelo y viven en el mismo vecindario. El sistema civilizado de resolver conflictos por los tribunales es ignorado, irrespetado o ambos.

La consigna es: Defiendo “mi” frontera —mi casa— con alarma, muros, garita y alambre espigado; defiendo mi carro polarizándolo, defiendo a mi familia comprando una pistola y matando a quien se atreva a pasar por encima de mis límites materiales o de influencia. (Continuará).

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