Felipe VI inicia su difícil reinado

Felipe VI tiene 46 años, nueve más que los de su padre cuando fue coronado, quien a los 43 se convirtió en el mayor defensor del experimento democrático en el que España se embarcó después de los 36 años del gobierno de Francisco Franco. Por tanto, el nuevo monarca es un hombre que tiene madurez y además la experiencia de muchos años en los que ha representado a la monarquía en territorio español y al país en sus docenas de viajes al extranjero.

Todo ello permite pensar en que el nuevo rey podrá continuar en su papel de embajador de buena voluntad y de jefe de Estado. Los vientos en contra de las monarquías soplan por las diversas regiones españolas, en unas más que en otras, pero no escapa a un gran porcentaje de la población la necesidad de que continúe el papel de representante de la unidad nacional, que es tan necesaria, como consecuencia de las peculiares características culturales y lingüísticas de las comunidades autónomas que, pese a todo, integran a España.

Es de interés para países como Guatemala estar al tanto de lo que ocurra en Madrid y en el resto del territorio español en cuanto a las medidas necesarias para que ese territorio regrese a la calidad de vida a la que llegó y que sufrió un fuerte golpe en la crisis del 2008. Esto se debe a que España es un muy importante socio económico para los guatemaltecos, que en general se han beneficiado con programas desarrollados por la Agencia de Cooperación Española.

El nuevo monarca, un amigo de Guatemala como lo es su madre, la reina Sofía, se verá en la necesidad de tomar decisiones, así como de escuchar las diversas voces políticas, tanto de apoyo como de disidencia. Por aparte, sus tareas reales serán más numerosas como consecuencia de que no podrá contar con la misma ayuda que su padre recibió de él en muchas labores de representación. Este fue uno de los factores para la buena imagen de la familia real, que disminuyó por varios escándalos, entre los cuales ninguno tuvo a Felipe VI como el epicentro.

Las próximas semanas del reinado que acaba de comenzar servirán para marcar el estilo del nuevo monarca español. Deberá poner a prueba su habilidad política interna y externa, así como su capacidad de comenzar su rumbo como capitán simbólico de la política nacional. Ayer cayeron dos coronas: la del rey y la del reinado del futbol español como campeón del mundo. Terminaron dos etapas, totalmente diversas, pero similares en que abren la posibilidad de encarar con éxito una nueva forma de hacer algo que le ha dado a España más satisfacciones que sinsabores.

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