Guardar las espaldas

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Ese mismo día, fuera de un centro comercial, un par de automóviles se detuvieron en la entrada principal obstruyendo el tráfico navideño (¡!), mientras una adolescente se bajó acompañada de tres hombres armados.

En Guatemala los guardias de seguridad privada triplican la cantidad de agentes de la Policía Nacional Civil, e incluso llegan a cuadruplicarlos si tomamos en cuenta que varios agentes están tramitando sus permisos o están aún sin registro. Muchos forman parte de empresas que funcionan irregularmente, ya que estas no han sido autorizadas por el Ministerio de Gobernación. O sea que esos muchos portan armas sin tener permiso para ello y ninguna empresa sería responsable de nada si ellos llegan a usarlas indebidamente.

Uno de los servicios que ofrecen estas empresas es la seguridad privada. En un país que carece de seguridad pública y que a finales del 2013 anuncia un repunte de la violencia, la paradoja es que haya más guardias de seguridad privada que policías que cuiden a la ciudadanía. Encima, hay policías nacionales pagados por la ciudadanía que son usados para proteger los intereses del capital. Un drama mucho mayor es que, la mayoría de veces, los guardaespaldas dejan de tener vidas personales y familias para pasar a formar parte marginal de la familia de la persona que cuidan.

Y más dramático aún es que le terminen diciendo “abuelito” a un guardaespaldas o pidiéndole el beso de las buenas noches, con todo y cuento. Basta ir por las mañanas a los parqueos de los colegios de cierto nivel, para darse cuenta de que hay un hormiguero de hombres y mujeres de traje oscuro, con armas a la cintura, platicando por horas. Cualquier día, uno de esos guardaespaldas, que tan bien conoce la vida privada de sus protegidos, termina justificando la presencia de otros guardaespaldas para sus empleadores.

Es cierto que la seguridad privada es la única opción laboral que les queda a miles de personas que antes trabajaban en el sector agrícola o en el Ejército. Es también cierto que la presencia del narcotráfico, la corrupción y la polarización piden niveles de seguridad muy fuertes. Pero el hecho de que existan en Guatemala tantos guardaespaldas es la señal de que algo está muy mal. En internet se anuncian por montón los cursos de educación y capacitación para guardaespaldas, y dicen cosas como esta: “Temas: ¿Qué es un guardaespaldas? ¿Cómo portar el arma de forma segura? Curso de tiro completo desde básico hasta avanzado incluyendo tiro desde el vehículo. (….) Etiqueta, reglas sociales para comer en un restaurante frente o al lado del jefe, protegido/cliente”. Si una sociedad tiene que guardarse las espaldas es que no está bien. Y la sola pregunta de ¿a quién sirven esos guardaespaldas? ya nos da pistas importantes para seguir con el tema.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.