Actualmente, frenada la devaluación que evitaría un mayor desempleo, por la legislación que quitó al gobierno la posibilidad de emitir moneda para solucionar el problema de aumentos salariales, sin que haya aumento en la cantidad de productos, servicios y obras privadas y públicas.

El valor de los salarios está en función de la oferta de mano de obra y la demanda de la misma por el Gobierno y los empresarios, algo que conocen muy bien los sindicalistas de la OIT, quienes recomiendan que los salarios deben estar alrededor de la coincidencia del número de trabajadores dispuestos a laborar por un salario y del número de empleadores dispuestos a pagar ese salario. Por lo tanto, si aumenta el salario, habrá menos empleadores dispuestos a pagar el mismo, despidiendo a quienes no pueden pagar, por el aumento de costos.

El valor del cambio de la moneda depende  en gran medida del precio de oferta de los productos producidos en el exterior y el de los producidos en el país. precios que están en función de la suma de todos los salarios, y estos,  de la eficiencia en todo el proceso productivo, y estos, a su vez, de la capacidad de inversión para mejorar la automatización de la producción.

Es muy difícil establecer salarios para servicios, en educación, el de los maestros; en salud, los médicos y enfermeras; y, en general, para casi todas las carreras profesionales que no manejan productos tangibles. 

En estos momentos tenemos ventaja en la importación de combustibles, pero no en el precio de nuestros productos, ya que nuestra moneda se está revaluando con respecto al dólar y, como consecuencia, los precios de exportación de nuestros productos aumentarán.

Precisamente el aumento del valor de nuestro quetzal  significa otro aumento de los salarios, sin que haya un aumento en la eficiencia de nuestra producción; ello nos llevará a perder participación en el mercado internacional y en un tiempo relativamente corto a despidos, al cierre de empresas, creando mayor economía informal y desempleo.

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