La nueva CSJ tiene la palabra

La vigilancia de hecho ya ha comenzado hacia quien fue electo de manera unánime por  los demás integrantes, que a la vez escogieron a  Blanca Aída de Stalling para presidir la  Cámara Penal;  Ranulfo Rafael Rojas, la Cámara de Amparos,  y Vladimir Aguilar, la Cámara Civil.   Sectores sociales interesados en el funcionamiento correcto del Organismo Judicial están a la expectativa de cómo obtener en solo tres días los 90 millones de quetzales para el pago de planilla de 10 mil empleados, así como conseguir los 438.9 millones de quetzales que le adeuda el Organismo Ejecutivo, y la integración de 12 magistrados titulares de muy necesarias salas de Apelaciones no abiertas aún por falta de dinero.

 De las palabras del magistrado Baquiax sobresale  su exhortación a “apartarse de prejuicios” y “desempeñar —la magistratura— con objetividad e independencia”, y “mantener con solidez los principios éticos que rigen la conciencia… y actuar con sencillez y responsabilidad”.

Estas palabras no pueden darse el lujo de ser conceptos vacíos pronunciados por compromiso. Se podría decir que son conceptos más o menos similares a los de otros primeros discursos, pero esta vez la vigilancia ciudadana y los comentarios y señalamientos de analistas y de expertos legales deberán fijarse en ese cumplimiento de lo correcto como base para cumplir con lo simplemente legal. Pocas veces como ahora ha sido tan  fundamental para que no se derrumbe definitivamente el estado de Derecho  comprobar la transparencia de las acciones jurídicas, cuya ausencia casi total provoca la lamentable realidad de que más del noventa por ciento de casos se queden en la más abyecta impunidad.

Las instituciones sociales y políticas —como es el caso de los poderes del Estado— serán tan dignas de encomio como lo sean quienes las integran, y los valores y principios de estos. Es fundamental admitir que entre las primeras acciones urgentes se encuentra depurar a aquellos operadores de justicia que se hayan caracterizado y se distinguen por tomar decisiones y dictar veredictos que solo pueden ser explicados cuando se coloca en el análisis el vil factor de la corrupción, causante de que los cánones democráticos poco a poco se debiliten en el aprecio y la confianza ciudadanos.

La decisión está ahora en las  manos de las nuevas autoridades. Deben tener claro que les urge demostrar su independencia, cuya falta es el otro factor que demuele  ese aprecio y confianza ya señalados. Las primeras acciones de estas nuevas autoridades demostrarán en realidad qué se puede esperar. El tiempo, por otra parte,  ciertamente es muy corto.   

ESCRITO POR: