Llegó Navidad

VÍCTOR  M.  RUANO P.

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En 30 años de incipiente y frágil democracia, después del horror que significó la presencia de los militares en el poder, es muy poco lo que hemos avanzado, pues los problemas estructurales del país, cual tiniebla que opaca el horizonte, continúan sin ser abordados, mostrando el panorama desolador de un país marcado por la extrema pobreza y el hambre, por la desnutrición y el desempleo, por la exclusión de los campesinos e indígenas y por la migración forzada de sus hijos, particularmente mujeres y niños.

Esas tinieblas  se han hecho  más espesas por la presencia del crimen organizado transnacional en todo el territorio, aunado por la corrupción y la impunidad promovida por el Estado desde sus más altos organismos: Ejecutivo-Legislativo-Judicial, hasta el municipal y en toda la institucionalidad pública. Esto explica una realidad cotidiana plagada de tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito,  de narcoactividad y tráfico de armas, de trata y tráfico de personas, de inseguridad y violencia, de extorsiones y agresiones sexuales.   

Reconocemos que también dentro de nosotros hay tinieblas y luces. Y cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, dijo el papa Francisco en la misa de gallo del año pasado, “se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver”. Esta es la esperanza que anima a las comunidades cristianas en Guatemala que celebran la Navidad, en medio de una realidad social adversa; caminan  en la certeza que el Señor acompaña siempre su historia y anima sus luchas por alcanzar una vida digna; y sienten que Dios no es indiferente a su realidad, oye su clamor, se fija en su sufrimiento y baja, haciéndose ser humano, para comprometerse en su liberación total.

Ante la crisis profunda que vivimos, compartamos en esta Navidad “la alegría del Evangelio”, como Buena Noticia que impulsa la transformación y el cambio de todo aquello que no nos deja vivir como hijos de Dios y como ciudadanos de esta Patria bendecida por Dios que merece un destino mejor, sobre la base de que Dios nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas. Aun cuando hemos entrado a un período de acelerada descomposición,  el  Señor nos dice: “No teman” (Lc 2,10), pues Dios nos ama y nos da a Jesús como guía en el camino. Él es la luz que disipa las tinieblas, Él es nuestra paz. ¡Feliz y santa Navidad!

Victoruano21@hotmail.com

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