Mal síntoma en inicio de gestión

Lo que sí fue sorpresivo y por demás innecesario fue el ambiente de secretividad con que se llevó a cabo esa elección, al punto de que ni siquiera pudieron estar presentes los magistrados suplentes, quienes fueron confinados a una sala contigua al lugar donde también esperaban los reporteros de los distintos medios de comunicación, que tampoco pudieron conocer pormenores, y a la vez se informó que a partir de ahora solo el nuevo presidente, Rudy Pineda, podrá informar sobre cuanto acontezca en el TSE.

Por más justificaciones que se esgriman, este es un mal inicio para las nuevas autoridades, que apenas en horas demostraron lo que podría acontecer en los próximos meses, porque con esto se estaría marcando una tónica poco recomendable, al limitar el acceso a los medios de comunicación a información institucional que se convertirá en prioritaria para los guatemaltecos y el sistema democrático, sobre todo por el ascendiente que tienen los partidos sobre varios de los magistrados.

Ojalá que los hechos se encarguen de desvirtuar cualquier equívoco, sobre todo porque, desde su elección, la actual dirigencia del TSE fue cuestionada, al punto de que el proceso en el Congreso sufrió atrasos, debido precisamente a que muchos diputados habían recibido presiones de la sociedad civil para que no votaran a favor de los dos candidatos surgidos del Organismo Judicial, por estar sindicados de tener fuertes vínculos con el partido oficial, y fue lo primero que se le cuestionó ayer al magistrado Pineda durante las breves palabras que dirigió a la Prensa.

Por ello es preocupante que, ante esas versiones, ayer haya sido un proceso oscuro durante el relevo en el TSE, porque pudieron desvirtuarse muchas percepciones que no tuvieran fundamento. Comienza una nueva etapa en la institución rectora del sistema político del país, la cual debe ser ejemplo de transparencia, pues esto es lo que deberá exigir a los partidos políticos, cuyo comportamiento maquiavélico ha llevado al descrédito a la mayoría de entidades públicas, con cada equipo de gobierno que arriba.

Suficientes procesos poco claros tenemos como para continuar por esa ruta, y bien harían los nuevos magistrados en hacer una declaratoria pública de total apertura, que por supuesto no se quede en palabras, para que cualquier sombra de duda sobre vinculaciones partidarias se esclarezca, no solo por sus propias trayectorias, sino para poder cimentar una nueva etapa en la transformación del sistema político nacional, el cual ha estado hasta ahora sumido en la impunidad y el caos, porque los políticos se creen facultados para retorcer la ley a su antojo.

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