“Maternidad materna”

La última medida oficial fue publicada en el   2010 y se refiere a cifras del 2007. La razón es que la Ley del Renap (Registro Nacional de Personas), promulgada en el 2008, establece una prohibición de acceso a la información sobre el domicilio registrado en las actas de defunción. Esto limita la posibilidad de reproducir la metodología que se empleara en el  2000, y luego en el 2010, cuando se actualizó este indicador.

Valga recordar que la última medida oficial comparable en ese entonces  databa del   2000. El estudio del 2010 fue coordinado por el Ministerio de Salud y la Segeplán y significó un minucioso trabajo de revisión de las actas de defunción de mujeres en edad fértil —15-45 años— que fallecieron ese año, y luego la verificación de campo cada uno de los casos registrados o sospechosos de muerte materna, a partir de las direcciones en los registros de defunción. Se contó, además, con un comité técnico interinstitucional integrado por especialistas en el tema, procedentes tanto de entidades públicas como de la cooperación internacional. Los detalles metodológicos están contenidos en el estudio, el cual deberían poder encontrarlo en las páginas web del MSPAS y de Segeplán.

Como ven, no fue fácil. No me cuesta pensar que entre el 2007 y el 2014  la razón de mortalidad materna ha seguido una tendencia general al descenso, pero difícilmente se puede confirmar sin la realización de otro estudio similar, menos aún aseverar con qué intensidad se ha dado dicho descenso. Tampoco encuentro en el informe evidencia que respalde las mejoras institucionales que sugieran que esas muertes efectivamente no se dieron. Las mujeres mueren en esa etapa, principalmente por hemorragias, infecciones, hipertensión, problemas durante la labor de parto, y los abortos mal practicados, todas señales de un fallo sistémico en los servicios públicos de salud y en limitaciones de acceso.

De esa cuenta, “6,974,470 consultas dadas a mujeres en edad fértil por diversas causas de morbilidad” —p. 84— y los demás indicadores de producción institucional que reportan  no dicen nada respecto de  qué atención recibieron las embarazadas; por otra parte, atendiendo la debacle pública de los servicios de salud del MSPAS durante el año pasado, y la parálisis de los servicios de extensión de cobertura, es difícil imaginar cómo esa reducción de tres por ciento  de las muertes maternas que señala pueda ser posible. Y si se suma que  hay incongruencias y disparidades en otras cifras que reporta el Informe en materia de salud, tal como demostró Plaza Pública en un reportaje esta semana, a la mejor se comprende por qué al presidente no le salió la palabra “mortalidad” durante su discurso.

ESCRITO POR: