Música y poesía

Margarita Carrera

|

Leer poesía es cantar poesía. Muchos poemas famosos llevan el nombre de “cantos”; y el poeta es siempre un pájaro que canta.

La misma prosa de Octavio Paz es poesía porque siempre vuelve sobre sí misma, como el círculo poético. Lenguaje en eterno retorno, en encierro que es, a la vez, apertura.

Cada una de sus palabras suena plena, musical; el significado cobra mayor vida por el significante, por la sonoridad del trino de cada palabra suelta y envuelta en un discurrir diverso (filosofía, lingüística, sociología, historia, psicología), que se sumerge en la música que le otorga su ser poético.

En el inicio de toda cultura no cabe la música sin palabra; tampoco la poesía sin música que forme unidad indisoluble con ella. Además, está la danza.

Música, poesía, danza, se yerguen como el más alto poema. En deterioro, la historia de la humanidad, en su transcurrir, ha ido separando estas tres artes. Se recupera, no solo en la ópera, sino en el desenfreno de la música rock, en el jazz, en la rumba.

Por ello es reconfortante, en Latinoamérica, el poder y la supremacía que ha alcanzado la obra de Octavio Paz.

No solo encarna y revive la tradición hispánica del ensayo, sino rescata la poesía, colocándola en superior con respecto al resto de los géneros literarios.

Porque no es nada novedoso señalar que a partir de la segunda mitad del siglo XX la poesía y el ensayo se han venido desempeñando, cada vez con mayor urgencia, y han caído, si no en el descrédito, sí en la marginación y en el olvido.

En la palabra de Octavio Paz, sonora, poética, rica en conceptos y emociones, provoca, alienta, convoca, se desborda a manera de nítida catarata que arrasa en su límpido caer todo lugar común, toda prosa. Invade, acosa, encadenando y desencadenando, al mismo tiempo, al lector.

Poemas y ensayos de Octavio Paz tienen la fuerza de un conjuro: juego de oposiciones, simetrías verbales y conceptuales, reiteraciones en escala hasta lo infinito, estancia poblada de cantos y conceptos.

El poema es algo más que una simple forma literaria: “…el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre…”, Paz lo declara en una carta a la redacción de Cuadernos Americanos.

“…Me pareció que al darle poemas les daba algo realmente mío. Yo he escrito ensayos porque las circunstancias me lo han pedido, para decir cosas que me parecía necesario decir; he escrito para decirme a mí mismo, para conocerme y, más todavía, para hacerme”.

Con todo, sus ensayos se salvan de la prosa; muchos de ellos son auténticos poemas. Cobran el hálito de la convicción poética, en un lenguaje a borbotones, lúcido, armónico, impulsivo, transparente, con ritmo propio, que es parte del estilo Paciano.

La filosofía no es más que un enfrentamiento de palabras y conceptos que van cambiando su significante y significado con el transcurrir del paso del hombre en la historia.

El lenguaje es el hombre o hace al hombre; el hombre es un ser de palabras.

Desde antes del existencialismo, esta tesis ha sido sustentada por filósofos de diversas épocas y regiones, y su verdad se ha mantenido intacta.

ESCRITO POR: