El Mundial nos descubre

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Cada cuatro años nuestro mundo se sumerge en un estado deportivo que tiene la habilidad de generar situaciones extremas entre los que por la falta de interés al deporte viven una impaciencia para que el tiempo termine cuanto antes y los que por el otro lado disfrutan cada minuto del proceso hasta llegar al final y saber quién fue el último ganador.

Esto llega a generar para unos conflictos innecesarios, mientras que para otros, discusiones interminables de juegos en los cuales se confrontan por un juego donde lo único que hicieron fue verlo o escucharlo. Esto nos tiene que enseñar a los que somos justificadamente entusiastas a medir las emociones y entusiasmo sabiendo que es muy difícil estar de acuerdo en todo lo que las jugadas encierran. Y por otra parte, aquellos que no son tan interesados en el deporte, ser tolerantes con aquellos que están viviendo algo que han esperado y que para ellos significa muchísimo.

Lo fundamental que no podemos negar es que, si bien el deporte mueve muchos capitales y genera muchos intereses económicos, el mundo se frena en su productividad por tener una buena parte de la gente distraída en algo que absorbe toda la atención de ellos. Si esto es verdad debemos ser muy conscientes de nuestras responsabilidades que no se pueden delegar o posponer y que necesitan ser atendidas.

Y en sociedades como las nuestras, que son tan poco estables y con relaciones muy vulnerables, no descuidar nuestro trabajo y responsabilidad para que al final de este tiempo —después de haber gratificado nuestras emociones— estemos perdiendo la fuente de nuestros ingresos que tanto nos ha costado conseguirlo y esto nos lleve a situaciones mucho más conflictivas.

Claro está, que este tiempo puede ser un tiempo de enriquecer nuestra cultura general en asuntos como la historia y los países que participan, y poder conocer no solo los minutos del juego sino también quiénes son los jugadores, sus fortalezas y debilidades y cómo han hecho para llegar hasta donde han llegado. Estas reflexiones nos podrán ayudar para aprender de ellos y lo que podemos hacer para mejorar o bien para no llegar a lo que ellos han llegado.

El ser humano, si bien aprende de los libros y de los estudios, también debe aprender de las cosas que observa, evalúa y disfruta. Nuestra cultura general ayudará en nuestra perspectiva de nuestro entorno y de como otros manejan las mismas cosas que nosotros manejamos. Esto requiere más amplitud, madurez y menos fanatismo y pensar que solo nosotros tenemos razón de lo que estamos opinando. El humano es un ser que siempre debe estar abierto a aprender no importando de dónde venga la enseñanza, y no importando si lo que estoy aprendiendo me lo están enseñando los que me simpatizan o no.

Si estos días nos enseñan a ser más profesionales y más tolerantes a los resultados en los encuentros deportivos, posiblemente de aquí en adelante seamos más calmados y menos violentos en el deporte a lo que hemos estado registrando en nuestra historia últimamente.

Amigos, estimulemos unos a otros para mejorar y convivir en medio de esta efervescencia emocional, para que cuando el tiempo termine seamos más cultos, productivos y más compañeros para participar en el deporte.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.