Patrimonio y Sanidad

JOSÉ MARÍA MAGAÑA JUÁREZ

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La historia nos rebasó y las condiciones se revirtieron. En Antigua Guatemala es admirable la capacidad de los arquitectos y fontaneros al servicio del Ayuntamiento que la dotaron de una red de servicios de agua potable y drenajes, vigentes hasta el siglo  XIX.

En época moderna, cuando los  servidores públicos eran honorables y comprometidos con su comunidad, pues el prestigio de su buen nombre estaba en juego, hubo alcaldes que hicieron obra pública importante, como el colector de drenajes cuyo diámetro supera los dos metros y desfoga en el río Guacalate. Una ampliación posterior introdujo tubería de menor diámetro al final del recorrido, dentro de propiedad privada que causó su colapso, inundando de porquería todo el sector, hasta nuestros días, por lo que existe una condena del Estado en contra de la Municipalidad.

En la actualidad, un canal a cielo abierto para el desfogue de aguas de lluvia en las afueras de la ciudad  recibe aguas servidas domiciliares; pasa frente a una escuela que en época de lluvia se inunda, y aunque la directora se queja, nadie le presta atención, en tanto los niños se enferman y estudian en condiciones míseras de salubridad.

En el 2009, el Congreso de la República aprobó Q35 millones al Consejo Departamental de Desarrollo de Sacatepéquez, para la ampliación del colector, lo que alertó a los vecinos organizados, formando una comisión de auditoría para velar por su correcta ejecución. Todos los vicios posibles quedaron expuestos, desde la ONG a cargo, selección de la empresa constructora y la pésima obra realizada. Los trabajos fueron recibidos,  pero sin funcionar, pues un prerrequisito es que exista una planta de tratamiento antes de desfogar al río que ni siquiera está planificada. Los miembros de la comisión de auditoría renunciaron. Según la legislación vigente desde el 2002, todos los municipios a nivel nacional deberán contar, al 15 de mayo del  2015, con plantas de tratamiento para las aguas servidas.

Mientras tanto, a escasos 500 metros de la ciudad, la hedentina a heces fecales envuelve el ambiente. Al parecer, no importa que se trate de un patrimonio mundial, que sea el más importante destino turístico del país y pretenda ser una ciudad conservada.

Al próximo alcalde le espera bastante trabajo por hacer.

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