Profesión actualizada

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Esto porque depende de él lo que será la próxima generación, y si se mejorara, será producto de ese esfuerzo.
Muchos somos los que conservamos admiración y gratitud al maestro que dio los pasos extras para que nosotros hoy seamos lo que somos y poder sobre esa base seguir construyendo aprovechando el fundamento adquirido.

La verdad innegable es la de entender que quien ha escogido esa vocación debe estar empeñado en una constante actualización no solo porque la ciencia de la educación está incursionando campos nuevos, sino también porque las demandas del estudiantado son diferentes de año en año.
Lo más decepcionante es ver al maestro con sus notas desgastadas como que fueran reliquias intelectuales que se repiten año tras año, y no solo eso, sino también cada año tienen menos brillo y menos entusiasmo para comunicarlo a sus alumnos. Y esto, a diferencia de aquellos que cada año han agregado no solo técnicas actualizadas, sino el entusiasmo necesario para ganar la atención y respeto de sus alumnos al desarrollar la clase que están impartiendo.

Se puede determinar que los maestros que pierden el interés en la actualización, también pierden el interés de sus alumnos y el progreso de ellos. No es extraño en este tipo de maestro interesarse en cosas que rodean la enseñanza (como son leyes y políticas de la educación) en que está sentado para recibir “el pan del saber”.

Lo interesante de la realidad que nos ocupa hoy no es cuestión de escalafón ni mucho menos cuestión de decretos y leyes para que los estimule, es un asunto puramente personal que cada maestro en la realidad de la vocación que profesa toma el tiempo y, por qué no, también el costo que esto implica para poder actualizarse, y de ese modo no es cuántos años está enseñando, sino cuán relevante es su clase para el alumno que está preparando para la vida.

Debemos reconocer que el maestro que está formando a sus alumnos no es para hoy y para resolver las necesidades del día de hoy, sino más bien pensando en el futuro de sus vidas y para que los educandos puedan enfrentar el mañana con las herramientas necesarias y adecuadas para resolver los problemas que puedan encontrar en el desempeño de su tarea.

Cuando entendemos esto, no solo le dará a cada uno de ellos (en la diversidad de sus personalidades) la seguridad necesaria para el desempeño, sino también la suficiente valentía de emprender tareas nuevas y desafiantes por la preparación adquirida, si supieron aprovechar en las horas de la clase la formación que el maestro con todo empeño compartió.

Nosotros mismos podemos recordar de vivencias como estas que estamos sacando provecho en las obligaciones que enfrentamos: lo mismo será para los que están sentados en clase.

Nuestra Guatemala está urgida no tanto de reformas y leyes y la creación de políticas educativas, sino de alumnos ávidos para aprender y de maestros determinados en compartir sus clases con la frescura necesaria y la preparación más actualizada. Cada uno de nosotros aportemos lo que nos corresponde, y tendremos una Guatemala de la cual podremos estar orgullosos.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.