SAT, prueba de ineficiencia estatal

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En ese orden de ideas, a nadie sorprende la precaria recaudación de impuestos realizada por la SAT, como consecuencia de una larga lista de razones. A los efectos de este artículo, solo es una comprobación del subdesarrollo generalizado.

ESE SUBDESARROllo se manifiesta además por la corrupción, causa principal de los súbitos cambios de anonimato financiero de funcionarios a todo nivel, quienes de pronto y con toda desfachatez comienzan a comprar apartamentos, yates, helicópteros y aviones jet, construir chalets multimillonarios o utilizar prestanombres para incrementar el número de propiedades, fundar empresas de exiguo capital inicial. Es necesario mencionar todos estos casos porque como consecuencia de ello, disminuye la voluntad de pagar impuestos y aumenta la evasión. Si a ello se une el error gubernativo de hacer cuentas alegres sobre la recaudación, se vuelve necesario reflexionar y analizar cómo actuar en el caso de la SAT y su justificación.

LA SOLUCIÓN MÁS FÁCIL es la de traer empresas y cederles la tarea gubernativa de recaudar impuestos. En otro campo, se debería contratar a alguien o a una empresa para encargarse del funcionamiento de los hospitales, dicho sea como ejemplo, jamás como sugerencia. Este tipo de contrato tiene una implicación clara: admitir la incapacidad del Estado, ya sin tapujo alguno. Pero como en otros países no se ha llegado a semejante decisión, salta a la vista la necesidad de esforzarse para que con los parámetros vigentes de actuación, se aumente lo recaudado. Pero necesita además el castigo de los corruptos, cuyas acciones ilegales e inmorales provocan el desinterés y la decepción populares y convierten a la política en sinónimo de cleptomanía.

A NADIE ESCAPA LA REAlidad de cómo son de porosas, por decirlo elegantemente, las aduanas. Tampoco es un secreto la participación de funcionarios cuyo estilo de vida al llegar a estos puestos sufre una transformación súbita y solo explicable cuando se agrega en el análisis el factor de ingresos ilegales y por tanto inconfesables. Es allí donde la posible contratación de empresas recaudadoras privadas solo puede ser justificable cuando el Estado ya intentó sin éxito solucionar el problema. Eso tiene además la ventaja de no necesitar de mucho tiempo para comenzar a obtener resultados, los cuales tienen un alto nivel de voluntad política y de no considerar a la burocracia como sinónimo de pillaje, cada vez peor e insaciable.

TODO FALLARÁ SI NO se ataca y elimina la corrupción. Si no hay transparencia, si no siguen saliendo los temas a la superficie a causa de investigaciones periodísticas. Mientras los presidentes no comprendan cuál es el problema real, la corrupción, se molestarán cuando reciban críticas. Al problema, dicho en otras palabras, se le debe abordar de manera distinta. La SAT puede funcionar, porque lo hacen en otros países las instituciones equivalentes. Su independencia es fundamental, para blindarla de los presidentazos, alcaldazos, diputadazos y demás formas de presión. A mi criterio es muy fácil de entender desde el momento de comprender cuál es el verdadero problema y sus causas. Cerrar los ojos ante esto solo lleva a fracasos y frustraciones.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.