¡Salvemos el planeta!

Magalí Rey Rosa

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De allá solo salieron felices quienes —al terminar el espectáculo— fueron a visitar Machu Picchu.

A la hora de la foto levantan la mano, de lo más sonrientes: “¡Vamos a salvar el planeta!, pero todavía no…”  (según caricatura  ayer en feisbuk). Las pajas de los políticos son parecidas en casi todas partes. Aquí, el gobierno pepe se ha gastado Q62 millones en publicar las suyas, solo durante este año. Pero también ha hecho cosas más tangibles: otorgó 20 licencias mineras desde el 2012, está “analizando” 1,200 más; y arrancó de nuevo la negociación petrolera. El señor Pérez anunció en Canal Antigua una hidroeléctrica que construiremos con México (¿será la del Usumacinta?) y habló de su relación con Enrique Peña Nieto, de quien parece ser gran admirador. Sonríe Pérez cuando se refiere a los negocios conjuntos.

En todas partes se sienten ya los extremos climáticos anunciados por la comunidad científica en los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, que cada año serán más drásticos.  Mientras en Lima se aguadan los compromisos ambientales, en Guatemala se acelera la entrega “express” de concesiones para las industrias extractivas. Con ellas entregan también nuestra agua, nuestro suelo y nuestra dignidad.  

En medio de las muestras de insensatez y de falta de pudor de quienes nos gobiernan —y de quienes pretenden conseguir votos para hacerlo próximamente— da miedo pensar en el futuro. Guatemala sigue teniendo una riqueza natural alucinante, en vías de extinción. Su destrucción, además de ser una pérdida estúpida, coloca a los ciudadanos más vulnerables en posiciones aún más desventajosas. No es agradable tocar estos temas, cuando debíamos estar celebrando la unión y el bienestar del pueblo guatemalteco.

Pero sería irresponsable no advertir de que estamos absolutamente desprotegidos ante la corrupción y el abuso de gobernantes y políticos, y que las condiciones naturales de nuestro territorio se destruyen y envenenan gracias a las políticas extractivistas que nos imponen. Ante la anarquía que impera, la estrategia de supervivencia que queda es buscar la máxima autosuficiencia posible. “Para enfrentar el cambio climático hay que cambiar el sistema, no el clima”. Echaremos de menos a don Augusto Willemsen en este planeta, campeón de los derechos de los pueblos indígenas en todo el mundo, a quien le deseo un viaje magnífico.

Y a ustedes, ¡Feliz Navidad!

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