Si-CICIG -No

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El único que se puede incluir dentro de su misión original  fue la persecución del expresidente Portillo y su entorno y tal como declaró el comisionado Dall’Anesse, en Honduras, se pactó con la fiscal Paz y el embajador Chacón no perseguirlo para que fuese extraditado.

Cicig surfea, y se ha adaptado al medio. Juega insolentemente a la política judicial y aborda aquellos casos que interesan a ciertos países donantes o resuelve temas específicos, pero no persigue cuerpos o aparatos clandestinos de seguridad. De haberlo hecho, investigaría el desfalco en aduanas, la matanza de Los Pajoques, los sucesos de San Pablo, los disturbios y crímenes en Barillas, la financiación de partidos políticos, el denunciado pago a diputados, los monopolios de los buses, el reparto de fertilizantes, la compra de medicamentos y sucesos similares ejecutados por mafias políticas, sindicales, ideologizadas o criminales que conforman un poder en la sombra y mueven a centenares de personas. ¡Eso son aparatos clandestinos!

Las mafias están soportadas, sustentadas, alentadas e impulsadas desde el poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial, en mayor o menor medida, sin desdeñar otros grupos de presión como ciertas ONG. Por esa razón, el día que Cicig aborde ciertos problemas será de inmediato sacada del país, precisamente por los poderes citados, que son a fin de cuentas quienes la mantienen activa en tanto  no les cuente los frijoles. Llamativo ver al comisionado acompañado y rodeado de los/las habituales que lo cooptan y apoyan en la medida que se pliegue a dos cosas.

Una, seguir determinados lineamientos o no investigar ciertos problemas, sobre todo esos que denominan falazmente sociales. Otra, que sigan contratándolos con fondos de cooperación internacional para que sean ellos quienes tengan incidencia en las investigaciones y la persecución penal.

Al final del día, el principio aquel de que toda organización tiende a perpetuarse, es un hecho evidente, también para la comisión internacional.

Al conjunto hay que agregarle el papel de sus directores. El primero, Castresana —”el berrinches”— trasladó su carácter y agitada vida personal a la vida judicial nacional. Le sucedió Dall’Anesse —”el poeta”—, escritor de libros, procesado en su país e impedido de abordar un avión por crear pánico. Reconozco, sin embargo, méritos diferentes en el señor Velásquez, quien ha tenido que apagar fuego y se mueve más profesionalmente en el escaso espacio del tablero donde le han dejado jugar.

No es que no crea en Cicig, sencillamente no confío en quienes la cooptan, desvían, financian e imponen una agenda particular. No se trata de si se queda o se va, más bien de preguntarle: ¿por qué no investiga a las mafias del país? Sigue sin entrarle al tema que la trajo aquí: los poderes paralelos. ¿A qué esperan?

www.miradorprensa.blogspot.com

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.