Tapiz cuaresmal

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y mesoamericana que se fundieron en la Antigua Guatemala.

CELSO LARA UBICA el origen del tapiz natural en las Islas Canarias, donde existen textos del siglo VII acerca de que eran elaborados con tierras de colores, arenas y flores. También se refiere a una tradición catalana de lanzar plantas olorosas como romero o espliego, además de pétalos de rosas, antes del paso de la procesión del Corpus Christi. Se agregaba el incienso y el copal, mientras que en Toledo, además de alfombras, se construían arcos de flores en festividades religiosas.

PARA LOS ANTECEDENTES mesoamericanos, Lara y Vincent Stanzione definen dos vertientes. El primero cita a cronistas españoles del siglo XVI y escritos de indígenas que hacían alusión a que los soberanos y sacerdotes precolombinos caminaban en ceremonias especiales sobre alfombras de flores, pino y plumas de quetzal, guacamaya y colibrí. Uno de los pueblos que habría contribuido con esa práctica fueron los tlaxcaltecas que acompañaron a Pedro de Alvarado en la conquista de Cuauhtemallan, quienes luego se asentaron en lo que hoy es Ciudad Vieja.

PERO STANZIONE (2000) introduce un elemento novedoso de su investigación en Sololá. Este filólogo estadounidense rescató una antigua historia tz’utujil en la que se alude a los tapices naturales. Según esa leyenda, en una ocasión MaNawal JesuKrista’ era perseguido por sus adversarios y luego de caminar durante toda la noche se encontró perdido en un bosque. Cuando estaba más desesperado y cansado vio una palma de corozo, a la que le contó sus penas. “El enemigo está tras de mí, pronto me alcanzará, pronto me capturará y me matará, ya me llegará mi tiempo”, le dijo al árbol, y le pidió que le permitiera descansar entre sus ramas y le diera su agua dulce para apaciguar su sed.

EN AGRADECIMIENTO a la protección que le dio la palma, MaNawal JesuKrista’ le expresó: “De ahora en adelante tú vas a ser la flor más sagrada de las costumbres de mi gente. Tu blancura será señal de pureza, tu dulce olor será recuerdo de mi paso por acá”, en referencia al uso de corozo en tapices naturales. Ese mítico personaje habría surgido como parte del proceso de sincretismo entre una deidad maya y el dios cristiano impuesto por los conquistadores. Poco a poco MaNawal JesuKrista’ se fue transfigurando en Rilaj Mam —Gran Abuelo— mejor conocido como Maximón. Así, cuando usted contemple una alfombra cuaresmal, recuerde que tras esa obra efímera están las raíces de nuestra mixtificación cultural.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.